20 de enero de 2006

West Beyrouth

De entre las pocas películas (fundamentalmente y no se bien por qué, me he dedicado sobre todo a volver a ver antiguas) que he videado durante estos últimos meses hubo una que me sorprendió especialmente y que llevaba años buscando (bendita mula).
Hay muchos filmes que en seguida son catalogados como "película para entender lo que pasa o lo que ha pasado en no sé dónde", sin embargo considero que realmente hay pocas películas que te sirvan para entender lo que ocurre en alguna parte a no ser que ya tengas algo de conocimiento del tema.

De todas maneras, me encantan las películas de ambientación histórica (especialmente de la edad contemporánea) que te invitan a conocer y a aprender lo que sucede o lo que sucedió en un lugar determinado mediante el recurso a otras fuentes de información ajenas a la película en sí.
La guerra civil libanesa (1975-1989) me era bastante desconocida fuera de las nociones típicas, fundamentalmente porque se trata de un conflicto aparentemente resuelto (aunque como hemos visto este año, y más allá del caso Hariri y la retirada de las tropas sirias, aún queda bastante) y porque no lo viví de cerca, ni de manera consciente como otros (Balcanes, Golfo II o Golfo III). Este año hice un curso sobre conflictividad e inicié un trabajo (que al final no presente, fue mi mes de triple becario y de los cuatro cursos) sobre el Líbano que, por lo menos mentalmente, completé indagando un poco tras ver esta película.
Es el libanés un conflicto complejo (realmente en los peores momentos de la década de los 80 era habitualmente descrito como una guerra de todos contra todos en plan Pressing Catch -por cierto, por lo visto van a repetir Humor Amarillo en Cuatro a partir del 28, otro programa de esa mítica telecinco de Berlusconi de los primeros 90- por la cantidad de fuerzas y bandos interrelacionados y solapados que había: maronitas, chiitas, drusos, palestinos, sirios, prosirios, antisirios, socialistas, el tsahal...
Un conflicto en el que Estados Unidos (y Francia, tan dispuesta siempre a meter las narices en sus antiguas colonias: Liberté Egalité Colonialisté que acertadamente puso Oroz en una viñeta) se implicó con un buen número de marines, ordenando Reagan la retirada (claro que nadie los llamó cobardes por retirarse, no como a las tropas españolas que abandonaron Irak) rápidamente tras un atentado en el que perdió a varias decenas de hombres (bastantes más que una década después en las calles de Mogadiscio).

Sin embargo, como la mayoría de los conflictos, esté responde (mejor dicho, implica) a una serie de claves situacionales especialmente claras en relación a la vida diaria de la gente que se ve envuelta en ellos.
Es esto en lo que se embarca el filme West Beyrouth de Ziad Zoueiri y de 1998; ofrece la vida de una familia de clase media (a efectos absolutos, clase media-alta) beirutí en la primera fase de la guerra y lo hace sobre todo a través de las vivencias del adolescente Tarek y sus amigos Omar y May.
La película está bien llevada, perfectamente ordenada en su narración y utiliza el intercalamiento de imágenes documentales reales de la historia del conflicto para reforzar su ambientación.
El filme es una buena muestra de hasta que punto algo que crees ajeno al final te acaba alcanzando. Es una idea que resulta de gran cotidianidad. Así (y al margen del tema del mundo globalizado, la mariposa neoyorquina y la cadena aristotélica del causa-efecto; aunque todos ellos pueden resultar ciertos) muchas son las situaciones y problemas que miramos con cierto desdén por resultarnos lejanos a nosotros y que nos han acabado afectando (quizá precismante por no tomar conciencia a tiempo de su potencialidad extensiva).
Y este pensamiento es, desde luego, perfectamente aplicable a una situación de guerra por el potencial de destrucción y sufrimiento que esta implica.
Se observa perfectamente en el filme el cambio de percepción que sufren los protagonistas y singularmente Tarek acerca de lo que es, supone e implica una guerra. Al principio Tarek la ve casi como algo bueno porque le libra de ir al colegio, pero poco a poco se ve envuelto en toda la deriva de conflictividad que sostiene la lucha, aprendiendo a enjuiciar la situación de otra manera.
Junto a lo referido que considero tema central, hay otros varios (la vida en una ciudad dividida, las vida diaria en medio de la guerra...) que se encuentran sustentados por un muy buen guión.

Mención especial merece el tema de la construcción "del otro" como piedra angular de todo conflicto.

La película se esfuerza en ayudar a comprender esto último en el caso libanés y especialmente en el de la próspera y occidentalizada Beirut de antes de la guerra. Así, se subraya la instrumentalización de la religión como mero pretexto para el establecimiento de un "nosotros" y un "ellos" (la conversación de Tarek con su padre mientras se afeita en la que hace valer su condición de "fenicio" y no de árabe ; la pregunta a Omar sobre si ha leído el Corán, la manifestación en la que se clama venganza por la muerte de Kamal, etc. están entre los mejores).
Singularmente simbólica es la escena cuando, tras el estallido de los primeros enfrentamientos en la primavera del 75, el coche de la familia es detenido en un control y ante la argumentación del padre de que la familia es de Beirut, el soldado le contesta que ya no existe Beirut; ahora hay Beirut Oeste y Beirut Este, por la división entre los sectores cristiano y musulmán de la ciudad.
-¿Y en qué Beirut estamos?, pregunta la madre.
-En Beirut Oeste,... supongo, remata el marido.

Justo antes, tiene lugar otro trozo del guión bastante bueno en la que la madre, inquieta por las primeras víctimas, pregunta a su marido acerca de quiénes están detrás de la masacre y éste le dice que son luchas entre israelíes y palestinos "No es nuestro problema" ¿Cómo puedes decir eso?, ¡ocurre en nuestra tierra! le espeta la madre indignada y prosigue con su relato al temor de una verdadera guerra entablando una conversación con el marido que minusvalora lo que su mujer le dice:

- Esta mañana un periodista europeo me ha dicho que el Líbano va a sobrellevar cambios drásticos.
-Cambios drásticos, menudo genio. Durante 100 años hemos vivido cambios drásticos.
- Él dijo que nos preparásemos para un duro invierno.
- Bah, ¿Desde cuándo ha entendido Occidente a Oriente?
-Estoy de acuerdo (remata el hijo).

Reseñar que las interpretaciones no están nada mal, aunque quizá en conjunto están algo descompensadas. El actor que interpreta a Tarek y que es hermano del director está a la altura.

La película tiene además detalles inteligentes, algunos "fáciles" y manidos como la referencia al etnocentrismo francés que muestra la maestra del colegio y otros más ingeniosos como cuando tras la relación de amistad que entabla con una chica musulmana Omar muestra el crucifijo que ella le ha regalado junto a su propio colgante diciendo que ahora tiene pasaporte para ir donde quiera.

En definitiva, realmente me pareció una buena película, de una historia aparentemente lejana, pero que nunca lo está demasiado cuando se trata de algo tan fácil de germinar como es el odio como sustento para una guerra. Un estado el libanés que a luz de la historia presente proporciona un esquema general de los logros y limitaciones de la construcción de una democracia liberal sobre la base del reparto étnico del poder. Un elemento que para muchos es la bomba de relojería imposible de desactivar para el futuro de muchos países. Un ejemplo que, pese a todo, ha seguido ensayándose con mayor y menor intensidad y fortuna en otros lugares (Bosnia, Irak...).

1 Comments:

Blogger Unknown said...

Sin duda la espontaneidad de la pelicula dice mucho de la vida conflictiva de los paises que sufren la guerra dentro de sus territorios.

19 marzo, 2008 19:49  

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