25 de enero de 2006

Un hombre confortable.

- Sabe, usted me gusta.
- ¿Por qué?
- Porque no llora.
- Oh, claro que sí. Usted ya lo ha visto.
- Lloró por su amigo, no por usted, y eso es diferente.
- No sea amable conmigo, por favor.............(él retrocede)
- Espera.

- No pensab...
- ¿No era eso lo que querías que hiciera?
- Por supuesto que sí, pero generalmente soy yo quien empieza.
- Por eso empecé yo. Así sé cuándo hay que terminar. (ella se va)
-Eh...bueno yo...buenas noches.


No me desagradan las películas del oeste, y en concreto hay una que me encanta y a la que pertence el diálogo anterior: Río Lobo (1970).
No estoy seguro, pero me parece que fue la última película del afamado Howard Hawks y según lo que siempre ponen en la crítica de la última página del Diario de Navarra cuando la programa algún canal se la considera una obra menor. Suele ser el mismo crítico que más de una vez ha defendido los presuntos valores que, en general, tiene el cine español actual. En fin...

Me la sé de memoria, ya que durante estos últimos quince años la han ido repitiendo sucesivamente en Telecinco y en la ETB (verano tras verano, esas tardes de ciclo western en ETB2 con la almohada empapada en sudor, aunque de hecho estos tres veranos últimos no las he vivido realmente). Es una de las películas que recuerdo haber visto de muy crío y además me parece que fue de las primeras cosas que se grabaron en mi casa cuando el vídeo ocupó solemnemente un lugar junto al televisor en el otoño de 1991 (de hecho, por eso no la conservé, entonces grababa las cosas y no me importaba borrarlas; esos tiempos en los que aún no tenía la conciencia de que lo bueno ya pasó y no hace falta agarrarse al pasado; la traducción de la situación de ahora es cómo tengo el disco duro...).
La historia es la típica del oeste, no hay muchas sorpresas, aunque se introduce como novedad la ambientación en plena guerra civil estadounidense donde arranca el tema de la amistad entre entre un coronel yanqui y un capitán y un sargento confederados que cuando la guerra acaba vuelven a encontrarse.
Por encima de todo, me parece que cinematográficamente está hecha muy inteligentemente, técnicamente es muy correcta, aunque no contenga novedades espectaculares de tratamiento.
Esto se ve ya desde el principio, aunque no sea muy original, me parece estupendo el gámbito de apertura con el rasgueo de guitarra acariciando las notas del tema principal de la banda sonora (que por otra parte es muy oeste, aunque diferente del estilo Ennio Morricone) mientras aparecen los créditos.
Los temas secundarios son los típicos: la disciplina militar, el individualismo del Oeste, la Caballería de los Estados Unidos, el sheriff, la mujer rebelde...; están bien presentados.
Los actores, sin grandes interpretaciones que la película en sí tampoco exige, están cada uno muy metidos en su papel, y sus respectivos personajes muy bien caracterizados (incluso el hijo de Robert Mitchum aparece en el papel del sargento Tuscarora Phillips -aunque quizá sea el que pasa más desapercibido en cuanto a actuación-).
Destaca (de hecho hasta cierto punto es una película -otra más- para su lucimiento) John Wayne como el Coronel McNally.
Desde luego si tengo que buscar modelos a los que me gustaría parecerme si (!) llegara a esas edades de hombre maduro, me encantaría tener la mitad de la entereza, elegancia e ironía que John Wayne en esta película.
Es precisamente la ironía y, en general, el humor relajante del guión de Río Lobo uno de sus puntos fuertes.
Adoro la escena en la que Shasta le dice que durante la noche sintió frío y se acurrucó junto a él, porque es un hombre más mayor que el Capitán Cardona y por lo tanto más confortable.
- Me han llamado muchas cosas en mi vida, pero confortable...

Los indispensables tiroteos de todo western que se precie están, como el resto de la película bien rodados, y bien metidos en la trama.
Me pregunto si alguna vez el Oeste americano se pareció al que muestran las películas, a lo mejor es todo un, hasta cierto punto, brillante ejercicio de creatividad o a lo peor es todo una construcción que alguien necesitaba para algo. En cualquier caso, con siglo y medio por medio la ficción es más atractiva que la realidad, no obstante, no sé cuál de las dos concepciones puede resultar aún más peligrosa, aunque ¿quién lo sabe?