17 de febrero de 2006

La Batalla del Neretva

De pequeño (y también ahora) me gustaban mucho las películas bélicas, de hecho, recuerdo que varias veces al año ponían en La 2 o en la ETB miniciclos en plan "Guerra Civil Española", "Primera Guerra Mundial", etc; y no me los perdía. Sin embargo, llevaba años sin ver algún filme del género bélico clásico y no simplemente ambientado en una situación de guerra (como esa delicia de El Viaje de Carol). La Batalla del Neretva (Bitka na Neretvi) ha cambiado esto.

Es una superproducción yugoslava (coproducción con ALE e ITA) del director Veljko Bulajic y de 1969 (fue nominada al óscar a la mejor película extranjera). Se trata de una recreación bastante fiel de uno de los episodios de la lucha y resistencia de los partisanos yugoslavos contra las tropas del Eje y sus aliados durante la II Guerra Mundial.
La dureza y la complejidad de la lucha en suelo yugoslavo durante la II GM era algo que conocía sólo por algunas ideas aprendidas aquí y allá, esta película me ha hecho ponerme un poco al día en esto. Pero ello no ha sido precisamente por los méritos de la narración contenida en el filme, que es bastante deficiente, sino precisamente por haberme, como de costumbre, animado a buscar información en otros sitios.
Si hay un tema en el que me molestan especialmente las explicaciones fáciles y/o sesgadas es el yugoslavo. Resulta curioso como, al margen de los efectos del modelo educativo y mediático de carácter efectista y de cultura-mosaico que nos gobierna, casi siempre que hay un conflicto que presenta especial dificultad en su análisis o entendimiento es el que encuentra un terreno más abonado para que se difundan sobre él explicaciones miopes en plan estos son los buenos y estos son los malos. Y si desde luego la descomposición y dinamitación de Yugoslavia en los 90 es un tema complejo, las circunstancias históricas del nacimiento de la Yugoslavia socialista durante la II Guerra Mundial no lo son menos.

Yugoslavia fue con mucho el país que en términos relativos pagó una cuota de sangre más alta en la II Guerra Mundial. De unos 20 millones de habitantes, perecieron 2, nada menos que el 10%, a lo que hay que unir los resultados de un territorio arrasado por los combates, así como unas barbaridades y salvajadas que, teñidas de etnicismo, actuarían posteriormente como leña para avivar un fuego encendido por criminales intereses políticos y económicos (sí, leña para avivar el fuego, y no fuego inicial, como tanto han pregonado los medios con sus periodísticos "odios históricos").

Yugoslavia fue la cuna de la más pura resistencia antifascista de toda Europa, la que realmente se habría merecido una mitificación cinematográfica al estilo francés. De hecho, Yugoslavia (junto con Albania) fue el único país que se liberó a sí mismo. El ejército rojo sólo apoyó en la fase final a las fuerzas partisanas en la liberación de Belgrado y el este de Serbia. No deja de ser cierto que los partisanos recibieron suministros de los aliados (británicos y estadounidenses), pero eso sólo se produjo en los dos últimos años de la contienda, una vez que la derrota del fascismo en Italia hizo posible utilizar los puertos adriáticos de la bota para ese fin. Del 41 al 44 los partisanos combatieron solos, con su valor y los fusiles que capturaban al enemigo (como dice la narración de la película). De hecho, al parecer, hasta casi al final no dispusieron de uniformes propios y, más allá de la colocación de la estrella roja (muchas veces ni eso), sus uniformes lo constituían las ropas que quitaban al enemigo.

Fue en esta lucha donde se forjó verdaderamente Yugoslavia bajo la fe que el carismático Tito supo imbuir en sus tropas, filas éstas compuestas por soldados de (en mayor o menor medida) todas las nacionalidades del país; y también como resultado de la reacción "lógica" de defensa ante las intenciones ostensibles de Hitler de destruir el estado yugoslavo como tal, y no sólo de conquistarlo.
La película en sí no es mala, pero está descompensada y además tiene algunos detalles del guión que aunque no constituyen propaganda (no falsean) sí que están de más.
La línea argumental principal está bien llevada y consiste en el relato de la materialización de las operaciones nazis Weiss I, II y III en los primeros meses de 1943 con las que se pretendía acabar de manera total con la resistencia partisana y al mismo tiempo curarse en salud ante la posibilidad de que los aliados intentaran un desembarco en los Balcanes (como Churchill sugirió repetida e infructuosamente; la solución por la que se apostó fue el asalto aliado a a Italia a través de Sicilia y el dejar el peso principal de la lucha en el continente al ejército rojo).

Acorralados en Bihac (Bosnia noroccidental) por una gran ofensiva nazi y, en vista de la inferioridad de su potencial en una lucha en campo abierto, los partisanos resuelven escapar hacia las montañas de Herzegovina y Montenegro para esconderse y hacerse fuertes allí. Para llegar a esas áreas montañosas tienen que cruzar las bravas aguas del río Neretva, no existiendo otra posibilidad que hacerlo por el estratégico puente de hierro de Jablánica.

Frente a esta ejecución correcta de la línea principal del argumento, donde más cae la película es en el resultado del esfuerzo (sin duda explicable por el hecho de que sea una coproducción destinada a ser exhibida también en el extranjero y no sólo ante un público nacional familiarizado con los hechos) en intentar contextualizar este episodio concreto de las operaciones Weiss en el marco de la II Guerra Mundial, así como de identificar (incluso mediante títulos explicativos) a la multitud de fuerzas presentes en el campo de batalla: los nazis, el ejército italiano, los chétniks serbios de Mihailovich, los ustachas croatas... Un esfuerzo explicativo que, además es requerido por la propia estructura de la película, que sin perder de vista la línea principal, procura presentar la historia desde los diferentes puntos de vista (nazis, partisanos, italianos, chétniks). Y es este necesario trabajo el que no termina de funcionar, no sé si por pasarse o por quedarse corto, pero dando un aspecto algo deslabazado al filme y ocasionando dificultad para un lego en la materia a la hora de comprender toda la situación descrita.

Las interpretaciones tienen altibajos y no guardan equilibrio. Tanto los actores yugoslavos como las grandes estrellas internacionales del filme (como Yul Brynner y Orson Welles) convencen en algunos momentos, pero parece que sobreactúan (aunque aun así de manera no estridente) en otras. Algo que quizá tiene que ver con la concepción de los papeles que interpretan como representantes de "tipos humanos" de la historia, y no de auténticos protagonistas. De hecho, podría afirmarse que los protagonistas en esta película son realmente colectivos (además, así parece entenderse con el desenlace final).
En cualquier caso hay momentos dramáticos de interés como cuando Níkola (Oleg Vidov) enferma de tifus en Prózor.

Quizá lo mejor de la película sean los efectos especiales de las escenas propiamente bélicas, como las que muestran el asalto a Prózor y las del puente de Jablánica. Son secuencias de buen montaje, aunque no menos típico, donde se ve un importante trabajo de extras (sobre todo en las tomas en campo abierto).

Las imágenes aéreas se utilizan con profusión y, en su mayoría, están bien ideadas (como la del bombardeo de la población bosnia que se ofrece al principio con los minaretes de las mezquitas desafiando a la aviación alemana).
Lo que más me sorprendió de la película, y ya desde el principio, es la banda sonora, interpretada, según se informa en los créditos, por la Orquesta Filarmónica de Londres. Impresionante, buenísima, muy bélica y muy bien hecha.

Antes he referido que no me parece que sea una película propagandística (a pesar de haber sido producida en 1969 en un país que por muy liberal que fuera el sistema sociopolítico yugoslavo no dejaba de ser una dictadura -aunque no criminal- personal de Tito).

En ella no hay falseamiento de la realidad (según lo que he podido conocer de la historia bélica de la II Guerra Mundial en Yugoslavia, la película es muy fiel a los hechos), es más, hay una decidida y valiente postura del filme por presentar y proporcionar tratamiento fílmico a los puntos de vista ajenos al partisano (que desde luego es en el que la película se centra y, pero sólo hasta cierto punto, el que es presentado como el "bueno") como el alemán o el italiano (algo relacionable sin duda también por el carácter de coproducción italoalemana del filme). Así, por ejemplo, los nazis aparecen como soldados profesionales, inteligentes y capaces; y no como meros invasores criminales.
Las referencias a Tito que el filme tiene, sin duda, son positivas, pero si la película quería ser fiel a la realidad, tenían que serlas (a pesar de que varios historiadores hayan puesto en duda el genio militar de Tito en operaciones como la describe la película respecto al puente de Jablánica y hayan preferido hablar mucho más de la fortuna y la suerte del mariscal). El carisma de Tito fue el que hizo a los partisanos sobreponerse de los múltiples golpes durante la guerra.
Sin embargo, y a pesar de no considerarla propagandística, si que existen retales del guión de loa a la lucha partisana que están de mas, bien por no convencer al ser puestos en boca de determinados personajes, bien por ser redundantes.
Y junto a ello, es ostensible que sí puede hallarse una visión algo más sesgada en el retrato de los otros contendientes presentes en la película. Así, mientras se presenta como aceptables enemigos y contrincantes a alemanes e italianos; no se hace lo mismo con las facciones yugoslavas que apoyaban a los ejércitos del Eje. Los ustachas croatas son presentados únicamente como una cuadrilla de asesinos y, aunque con un poco más de tratamiento, algo parecido se hace con los chétniks serbios. Es éste un hecho que aun cuanto no falsee la realidad, ya que la crueldad de unos y otros está atestiguada, no deja de contrastar con el intento de objetividad que está presente en el tratamiento de los demás puntos de vista de la película y que por ello hace pensar en una intencionalidad, que indudablemente estaría destinada en primerísimo lugar al público yugoslavo, siempre varios pueblos dentro de uno (y eso que habían pasado 25 años de los hechos).

Pese a todo, la película me ha gustado y, aunque el guión no sea especialmente destacable, si que proporciona algún que otro detalle de interés, así como reflejar elementos de la realidad histórica.

Respecto a esto último, hay que señalar la presencia en la película de alusiones al desprecio alemán por la mediocridad y poca eficiencia de sus aliados italianos (todo un tigre de papel durante el siglo XX desde la derrota de Caporetto hasta su fallida ofensiva sobre Grecia en la II Guerra Mundial, por no hablar de Adowa); las desavenencias entre el líder chétnik y el representante del gobierno yugoslavo monárquico en el exilio (interpretado por Orson Welles), pasando por la presencia de partisanos italianos (fenómeno que a mi admirado P3 le tocaría trágicamente de cerca) en las filas de Tito.
Así mismo, es de destacar la escena en la que un oficial partisano censura a un soldado que ha disparado a un enemigo desarmado. Una alusión ésta al tema del crímen de guerra no casual (aunque quizá de difícil valoración) ya que (y aunque es difícil encontrar información objetiva sobre el tema) ahí están los sucesos de Bleiburgo en los que con la guerra recién acabada el ejército partisano llevó a cabo una serie de masacres contra el grupo de soldados ustachas y domobranis (incluso, al parecer, algunos chétniks), además de sus familias y otros civiles, que se había rendido a las tropas británicas y que fueron entregados a los partisanos por estos últimos. Unos crímenes (repetidos posteriormente en Máribor y otros lugares contra ustachas, domobranis, domobranchis...) que después, y convenientemente aireados y presentados por las televisiones nacionales, actuarían como un par de bidones de gasolina más en el estallido yugoslavo de los 90.

Como momentos reseñables cabe resaltar el bombardeo del hospital en Prózor en medio de los cánticos de los enfermos; la escena en la que el crío escupe a Yul Brinner en Jablánica y el de la discusión del estado mayor partisano sobre qué hacer ante el cerco del que son objeto en Bihac y en la que se plantea la dificultad de llegar al Neretva sin abandonar a los numerosos enfermos de la epidemia de tifus que se ha desatado en sus filas y que termina condicionando toda la estrategia partisana:

- ¿Por qué no les pedimos que elijan ellos?: ¿su vida o la liberación?
- La liberación, eso contestarán, y precisamente por ello los llevaremos con nosotros. Con riesgo o sin riesgo, con peligro o sin peligro.


En definitiva, una película que entre alguna loa redundante a la, desde luego, heróica lucha partisana y la descompensación de tratamiento referido anteriormente, se queda a medio camino entre un pretendido filme de alcance épico que apenas logra y un conseguido y notable (además de fiel a los hechos) relato bélico que se apoya en buenos efectos especiales y en una genial banda sonora. De hecho, quizá pueda considerarse que la película fue lastrada en su potencialidad por la idea preconcebida de querer narrar una epopeya de todas todas, y no por el deseo de conseguir esto como resultado final a través de la realización de un buen filme.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Que terrible tu critica y descripción de la película, discúlpame pero me pareció irrelevantemente repetitiva, lo importante es el mensaje que transmite, el amor al terruño y el valor en la lucha contra un invasor poderoso, y siempre hay traidores colaboracionistas, eso es todo, excelente film.

21 febrero, 2010 04:50  

Publicar un comentario

<< Home