21 de febrero de 2006

Microchips para el hombre libre.

Una empresa utiliza microchips subcutáneos para la identificación y control de sus empleados.

Esta noticia que leí ayer forma parte del grupo de las que más desazón me causan habitualmente; siendo sincero, y aunque suena algo (bastante) nazi, es con frecuencia mayor que la que me provocan noticias acerca de las víctimas y efectos de catástrofes naturales.
Entre los elementos presentes en ella que sería factible saetear uno podría ser lo que este nuevo "avance" tiene de invasión de la intimidad personal, tal y como apunta la propia noticia. También lo que supone de nuevo paso en la estrategia de robotización del hombre para "paliar" todas las deficiencias que como especie animal tenemos para con la consecución eficiente del único imperativo generalizado por el generalizacionismo pseudoético perennemente en el poder: la maximización de beneficios (beneficios correctos) y la minimización de costes (costes correctos, claro).

Pero realmente lo que más ha tentado al arco ha sido la náusea ante lo que considero es un nuevo ejemplo de justificación fácil de lo que realmente debería ser mucho más difícil de respaldar argumentalmente. Sí, me refiero a eso de que la iniciativa ésta del microchip no puede censurarse porque respeta la "libertad", en la medida en que ponerse el chisme éste es un acto "voluntario". Tan voluntario que probablemente de aquí a un tiempo (o quizá ya) el que no esté dispuesto a ponérselo no será contratado, no será ascendido, etc. De la misma manera que en nuestro modelo social las personas que no están dispuestas a tragar con determinadas cosas no alcanzan el "éxito". Punto éste de no menor sustento ético último al de la subasta de empleo por internet que hace meses apareció en Alemania y que estaba destinada a encontrar de manera "eficiente" al individuo que fuera capaz de renunciar "voluntariamente" a una mayor parte del salario a cambio de un trabajo, temporal para más inri.
Todos ellos ejemplos diversos de la "libertad" en acción; somos libres: de arriesgar "libremente" nuestra salud con artilugios como ése, de ir a y permanecer en el paro, de traicionar presupuestos éticos.

Claro que sí, cada movimiento (lo vemos día tras día, paso tras paso, siempre en una única dirección, en la dirección correcta) es "voluntario". El voluntarismo como insigne culminación de la democracia liberal representativa, la que se encarga de otorgar ciertos derechos a los individuos en la esfera pública, para que de manera "voluntaria" renuncien a ellos posteriormente en el ámbito privado.
No soy yo el que voy a proponer un macromodelo alternativo; por suerte o por desgracia, ni me considero capacitado, ni tengo ánimo para ello. Simplemente me conformaría con poder seguir caminando en este lodazal, pero sin tener que soportar cada dos por tres esta baratez justificatoria (sí, de hecho es la representación de la minimización de costes en un campo concreto que más me quema) hacia lo que, desde luego, no creo que sea otra cosa que el anulamiento del "capital humano" como tipología distinta a la del conjunto del capital inanimado; presentado además como uno (otro más) de los grandes avances de la humanidad.

Por favor, como si se pudiera pretender que las elecciones como la que refiere la noticia pueden considerarse realmente voluntarias cuando el sujeto de decisión está por imperativo directo o indirecto no menos de diez veces por debajo en nivel de autonomía, poder o miedo que los que "proponen" la elección. Evidentemente la igualdad y perfecto equilibrio de posición entre todos los individuos (electores y proponentes) es una quimera, pero la reducción de la separación entre ambos es, desde luego, algo posible (un pelín más de lo que se suele repetir inmisericordemente desde los sectores de siempre).

Desde luego, la tesis ésta de los defensores del implante del microchip en cuestión es de una parcialidad notoriamente zafia, pero hay que reconocer también que esta idea justificatoria estándar de nuestro tiempo, producto evidentísimo de una constante labor puramente masturbatoria del intelecto propio y ajeno, puede llegar incluso a apuntar a la diana. De hecho, la toxicidad de esta idea del voluntarismo exculpatorio tiene capacidad de llegar a ser ciertamente de aplicación (y contaminación) universal.
Así, los judíos eran "libres" para haber huido de Alemania a su debido tiempo; los palestinos también son "libres" de dejar de ansiar un estado propio y admitir sin rechistar lo que Occidente planeó en 1945 respecto a un territorio que no era suyo, pueden pasar a convertirse en la feliz mano de obra "libremente" semiesclavizada de Israel. Los torturados en Argentina, Brasil, Chile... también eran "libres" de confesar lo que no habían cometido para poner fin a sus sufrimientos, igual de "libres" que fueron aquellos acusados que se autoinculpaban de manera desconcertante durante los Procesos de Moscú.
De igual modo, aquí PP y PSOE también son "libres" para acabar con el terrorismo en España, ETA ya se lo ha dicho: la banda nace y continua con la lucha armada por un problema político (la no autodeterminación e independencia del "pueblo vasco") en tal sentido, los gobernantes en España son "libres" de resolver ese problema resolviendo ese problema político concediendo la independencia y alguna cosa más (vamos, nada importante: Navarra, excarcelación de presos...), así todo el problema se acaba. En sus manos está, en su libertad y, sobre todo, en su voluntad; en la suya y en el grado de "voluntarismo" que decidan aplicar.

Y es que, todo es tan fácil, somos tan "libres" y estamos tan activados por el voluntarismo que no sé cómo es que todavía tenemos problemas y conflictos en este mundo. ¡Con lo fácil que es todo! Todo depende de nosotros, somos "libres", el mundo lo hacen libremente así, lo hacemos voluntariamente así.