10 de marzo de 2006

Kelifinder: de idiotas estamos más guapos.

Los primeros meses del gobierno ZP, y más allá de la paralización del trasvase y la vuelta de las tropas de Irak, fueron un completo rosario de desmentidos, equivocaciones, rectificaciones y payasadas varias. Algo explicable (y hasta cierto punto disculpable), sin duda, por el hecho de ser sus primeros meses de gobierno (hay que recordar que el PP en el 96 también tuvo su lista particular de errores y ridiculeces: lengua catalana en la intimidad, aquellos trallazos ultramontanos de José Barea, las varias de Miguel Ángel Rodríguez, etc.) y la máxima de que ciertamente nadie nace enseñado.
Entre todas las salidas de tono de esa lista hubo una que alcanzó una notoriedad social y mediática enorme sólo medianamente comparable con la de aquel ridículo reportaje de las "ZP girls" en el Vogue: los minipisos propuestos en el nuevo Plan de Vivienda de la ministra del ramo, María Antonia Trujillo.

Esta alusión de esta ex-consejera de la Junta de Extremadura (una mujer que además traía buenas referencias de su gestión en la administración autonómica) a las soluciones habitacionales de 30 metros (que desde luego yo no consideré, ni considero mala idea tal y como está planteada en el Plan de Vivienda) fue el punto de agarre perfecto para galvanizar una campaña total de desprestigio puesta en marcha por una serie de sectores concretísimos desde el mismo momento en que contra todo pronóstico los ciudadanos le dieron a Aznar el puntapié (en el culo de Rajoy) en las elecciones de 04. Una campaña ésta que dirigida contra cualquier política que el nuevo gobierno pudiera tomar en el área de vivienda, inició oficialmente su andadura en el mismo instante en que se supo que iba a crearse como tal un Ministerio de Vivienda
Sí, porque la actual situación del acceso (de los jóvenes, no tan jóvenes, y realmente de casi todo Cristo) a una vivienda constituye un problema tremendo para mucha gente, pero también (y justamente por eso) es el motivo y la causa de que diversos sectores se hayan estado y se sigan forrando a costa del trabajo de muchos.
El modelo de mercado inmobiliario presente en España ha sido alentado, tolerado, reforzado, y hasta defendido desde instancias oficiales e incluso "académicas", por ser el principal factor del endiosado modelo de crecimiento económico español de los últimos 10 años. Uno basado principalmente (además de en un exiguo crecimiento de la productividad real y en la subremuneración del trabajo mediante el abuso de diversas triquiñuelas: becarios, contratos temporales...) en la fortaleza de la demanda interna ligada al dinamismo del sector de la construcción. Lo que se suele obviar (más allá de las recurrentes advertencias del Banco de España) es que esa demanda interna que sostiene la economía, sin embargo, no se corresponde con una riqueza y un poder de compra reales, sino que se basa en una riqueza de carácter, digamos, que ficticio: una deuda hipotecaria astronómica.
Una deuda, que como tal, es una riqueza que hay que devolver, algo que por lo visto se hará o se piensa hacer con los ingresos de los nuevos individuos que(mediante nuevas hipotecas) entren en el chiringuito éste de la confianza en que la vivienda seguirá aumentando de valor y que, por tanto, no van a poner reparos a pagar un precio desproporcionado por una vivienda, porque antes o después, se recuperará el dineral invertido gracias al presunto incremento perenne del valor que se supone a la vivienda, y en la creencia además de que siempre habrá demanda a quien vender la susodicha vivienda. Un esquema éste que (fundamentalmente por esa confianza ilusoria en que siempre habrá demanda, algo que me cuesta entender ya que no sé hasta que punto es posible prolongar las hipotecas más de 40 o 50 años para hacer frente al crecimiento del precio de la vivienda; bueno sí, si los hijos -o lo que sea que salga de los juegecitos estos de la clonación- heredan la deuda hipotecaria, claro, entonces otros 40 o 50 años adicionales, ya tenemos el siglo) me parece un remedo -desde luego que muy alejado, aunque no tanto- de algo así como un sistema de ahorro piramidal que ya sabemos como acaban (incluso a nivel nacional como en Albania).

En tal sentido la noticia de la puesta en marcha de un Ministerio de la Vivienda que quizá supusiera el instrumento por el que el estado de dignase finalmente a ocuparse de cumplir el precepto constitucional de la lucha contra la especulación, así como a recuperar y reconstituir una iniciativa pública seria en materia de vivienda, dejó a muchos con las pelotas y los pelotazos (urbanísticos, claro) bailando.
Para curarse en salud ante este riesgo, toda la cúspide (y no tan cúspide) de la mafia del ladrillo (el verdadero poder fáctico de España) decidió que nada mejor que poner en práctica una feroz campaña de acoso y derribo contra la institución recién creada, campaña que se metamorfoseó después en una en contra directamente de la titular del mismo departamento desde el momento en que la referencia a los minipisos les dio la oportunidad mediática perfecta para hacerlo.

Frente a lo que algunos piensan, la mafia inmobiliaria ésta es una verdadera bestia con un poder enorme (como escorpiones, aparecen sus tentaculos y elementos cada vez que se levanta la piedra de algún asunto turbio: Tamayo y Saez en la Asamblea de Madrid, la tránsfuga del PSOE en Melilla para apoyar al GIL...), contituyendo un ente que adquirió su mayoría de edad en lo que a capacidad de intervención en otros ámbitos se refiere desde el momento en que su conformación fáctica y crecimiento como tal fueron alentados desde instancias gubernamentales en los tiempos en los que Solbes era ministro de economía de ese vergonzoso gobierno 93-96 del PSOE. Posteriormente este engendro mafioso alcanzó su total edad adulta gracias al sostenimiento de las políticas Solbes y el desmantelamiento de la política pública de vivienda durante los dos gobiernos Aznar con Rato como ministro de economía.
Por tanto, y teniendo presente eso, cuando al calor de los traspiés de la ministra se produjeron los primeros efectos y diatribas (algunos muy sutiles y otros muy burdos) de la campaña referida contra María Antonia Trujillo, yo no me cansé de defenderla y lo seguí haciendo durante bastante tiempo en todas las conversaciones que sobre el tema tenía oportunidad de mantener; subrayando cada vez que me era posible la existencia de esa campaña interesadísima en su contra y en la de la propia existencia del Ministerio de Vivienda, así como resaltando también la necesidad de ser conscientes de la dificultad organizativa, logística y práctica que supone y entraña poner en marcha un ministerio de la nada. Defendiendo, por tanto, lo explicables y disculpables que podían ser los errores que al principio tuviera la ministra y su departamento.

Lo que me planteo es que si yo pude hacer ese análisis de la presencia de una campaña total contra la mera existencia de un ministerio de la vivienda, entiendo que la ministra debía haberlo hecho aún con más capacidad y razón, y en consecuencia (además de por el enorme problema sociocultural que supone la situación de la vivienda en España) es ella la que debía haber sido más consciente que nadie de que su labor y gestión al frente de la institución que dirige estaba más que ninguna otra sobre especial escrutinio público y mediático. Es por ello, que le convenía redoblar los esfuerzos a la hora de reducir y limitar al mínimo la posibilidad de que en su gestión y en la de su ministerio puedieran cometerse errores que fueran factibles de utilizarse en su contra (y en la de todos). Por la misma razón le convenía y nos convenía que fuera una ministra especialmente eficiente (y, hasta cierto punto, gris) en su gestión. Eso sin olvidar, además, que como recuerdo diario de todo lo expuesto, podía comprobarse en cada tertulia o artículo de opinión que era la ministra que de manera permanente ABC y la COPE (así como los ultras de Intereconomía) tenían puesta en la diana.

Pero tras dos años en el cargo, aquí María Antonia evidencia que no ha hecho este análisis. Quizá porque no ha entendido la y, sobre todo, "su" situación en los términos referidos (o es que quizá nunca ha tenido intención de hacerlo, porque desde luego..., en fin).
Y digo esto porque me quedé a cuadros (iba a decir que casi me dio algo, pero "mejor" no) cuando me enteré hace dos semanas de la puesta en marcha de la iniciativa Kelifinder. Un portal de internet destinado a aglutinar toda la información sobre los diversos medios que los jóvenes tenemos para buscar el acceso a una vivienda (bueno...) y que como estrategia de publicidad regala unas zapatillas (modelo exclusivo MVIV) para "patearse la ciudad buscando piso" (bueno...,pero ¿esto es una broma? porque yo no le veo la gracia).

Mira, a pesar de que para mi contrariedad esa serie frivolizadora, propagandística blanca y, sobre todo, negra de Aquí no hay quién viva siga triunfando y arrasando en audiencia aunque repongan por vigésima vez los mismos episodios, no deja de ser intolerable que sea la administración la que se permita con iniciativas como ésta frivolizar los problemas de los ciudadanos. "Zapatillas para patearse la ciudad" (y de hecho el eslogan que vi al principio era algo así como "no podemos conseguirte casa, pero te ayudamos a buscarla", ¿¿no hacemos nada decente por conseguirte casa, pero además nos reímos en tu cara??), como si una situación frustrante y sangrante como la de la vivienda en España (y especialmente, pero no sólo, para los jóvenes) impulsara a tomar esto a broma o a risa.
Y está bien (y desde luego es muy español y muy normal) el reirse por no llorar de nuestras desgracias para mitigarlas en parte, pero una cosa es que eso lo hagamos nosotros a nivel privado en conversaciones con gente de nuestro entorno, y otra muy distinta que esa actitud sea admisible y venga desde instancias oficiales.
Y si dijeras: "oye mira, que lo de Kelifinder es un error sí, pero es que al menos se está trabajando y sobre todo acertando para resolver los problemas de la vivienda", ya, pero es que no oiga, eso no pasa, no se están resolviendo. El precio de la vivienda ahora crece menos sí (aunque me temo que por circunstancias que escapan el alcance del gobierno, aunque eso realmente lo desconozco), pero es que el que ahora suba un 13 y no un 18% no arregla para nada el asunto. Sigue siendo casi imposible meterse en una vivienda y, además, el nudo gordiano del asunto no está en la reducción de la subida de precio este año o del siguiente, sino en la merma monstruosa de poder adquisitivo que hemos sufrido respecto a la compra de una vivienda en estos últimos quince años.
Pero no, no contenta con no haber tomado ninguna medida estructural (el Plan de Vivienda, desde luego, ha sido un paso adelante en vista de que el anterior gobierno carecía de política de vivienda seria, pero sus actuaciones sólo son parches y bastante insuficientes; y además su proyecto estrella: la Sociedad Pública del Alquiler es un ostensible fracaso) para desmontar este sistema en el que unos cuantos se forran especulando y enriqueciéndose de manera descarada y exorbitante a costa de los demás; no contenta con ello, digo, aun encima se permite iniciativas de frivolización del problema como ésta.
Y de verdad, hace no mucho tiempo llegué a estar algo metido en el tema de la vivienda, a planteármelo en serio y a ser ésta una de mis grandes preocupaciones, pero aunque ahora tenga que concentrarme en otros asuntos personales más críticos y la vivienda haya bajado posiciones en mi lista de quebraderos de cabeza, el cachondeo de que esto esté así y nadie le quiera meter mano (porque se puede, hay iniciativas que funcionan -no precisamente el fraude que supone el Plan de Vivienda Joven de la Comunidad de Madrid, claro que es de lo poco que hay por allá-, recuerdo que Irene a propósito de Alexander me contaba que en Alemania hay agencias municipales de alquiler con garantías que funcionan y un compañero que tuve holandés también me dijo que por allí esto de que simplemente el promotor se hace con el terreno y se forra no funciona tal cual y que los ayuntamientos -financiados por lo que se ve de manera distinta a la de España- luchan de verdad contra la especulación y no la fomentan) me enerva sobremanera (recuerdo perfectamente para más inri como el congreso -con el partido del gobierno incluidísimo- con explicaciones y justificaciones patéticas rechazó el año pasado subir el IBI a las viviendas vacías para luchar contra la especulación, por no hablar del fuego fatuo de Gallardón que tras haber anunciado la misma medida, luego simplemente subió la contribución en general y se quedó tan ancho, como se suele quedar él casi siempre, vamos -especialmente si hay alguna cámara cerca-).

Por ello fue mínimamente reconfortante encontrar hace un par de días (a pesar de todo lo que sabemos y sufrimos acerca de la ciudadanía española y de sus limitaciones y carencias) que, al margen de la campaña del establishment inmobiliario (el miércoles en sede parlamentaria un senador del PP volvió a repetir a propósito de Kelifinder que el ministerio de vivienda es una institución inútil; sí claro, lo que pasa es que molesta y estorba a algunos), hay gente (Panolifinder) a la que también le ha indignado la bromita de las Kelifinder.

Señalar también como flechazo adicional que la iniciativa ésta de Kelifinder ha sido puesta en marcha con la participación del Consejo de la Juventud de España, del que sinceramente no conozco mucho su actividad (por tanto no la juzgo) porque nunca me he preocupado demasiado de ser joven o de vivir mi juventud como se supone que hay que hacerlo según el manual, pero al que ya tenía enfilado desde que se prestó a aquella vergonzosa campaña del gobierno de "¡ciudadano español!: no hace falta que se entere de qué va la constitución de europea, lo hacemos por usted para ahorrarle el esfuerzo; usted sólo vote (y vote sí, naturalmente), ¿qué más le da?" en el referéndum de la Constitución Europea con aquella bebida del "Referéndum Plus". Un artefacto publicitario que, en principio, sólo estaba destinado a fomentar la participación de los jóvenes en la consulta y no a sesgar el voto; sí, pero que en consonancia con las apariciones de Moratinos bebiéndola y el resto de cutreces atontantes como los anuncios de Loquillo, Butragueño y del resto del famoseo de protección oficial se convertía en una pieza más de aquel festival de lucimiento de las miserias de la partitocracia alienante que sufrimos en este país.

De verdad, por lo que a mí respecta este asunto de las zapatillas (y para más escarnio hay que ver el anuncio que han rodado para la campaña de publicidad: megamoderno, supercómico, urban-fashion total, pero insultante) es ya el colmo. Y eso que han tenido reflejos y ahora cuesta o directamente no es posible encontrar en la web de Kelifinder (que por otra parte en sí puede considerarse una recurso útil) los eslóganes del principio y el asunto de las zapatillas (este elemento de hecho ha sido desactivado, por lo visto, de la web de Kelifinder, aunque en la caché de Google todavía está).
Si los borradores que se han visto por ahí de la reforma de la Ley del Suelo (que se supone que el gobierno tiene que sacar adelante este año) son ciertos y aquí el ínclito Solbes (éste que era comisario europeo de asuntos monetarios y económicos cuando Grecia se la metió doblada con la falsificación de las cifras de los criterios para adoptar el euro; éste que era el ministro que puso en marcha el modelo thatcherita de las ETTs; éste que, vamos, era y es el socialistísimo PSOEman de toda la vida) ha logrado imponer su criterio para no cambiar una coma de lo esencial del modelo actual (claro, no vaya a ser que se tambalee el tinglado del que viven toda una cuadrilla de mangantes especuladores repartidos a lo largo y ancho del espectro político -no hay más que ver los navajazos que se meten los partidos en los pactos poselectorales de los ayuntamientos por ver quién controla la concejalía de urbanismo-), si eso se confirma digo, que esta mujer se vaya a su casa y nos deje tranquilos, porque para frivolizar los grandes problemas y tratar de tontos a los ciudadanos ya tenemos a Antena 3 y a las televisiones españolas en general.

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Gracias por un blog tan bien escrito, directo y picante en ocasiones. Hace que yo también desahogue mis rabias y tensiones. Te sigo con fidelidad.

11 marzo, 2006 13:48  
Anonymous Anónimo said...

Puntualización: en Alemania el mercado inmobiliario es alquiler, y no compra, lo cual favorece muchísimo menos la especulación (incluso sin contar con el carácter generalmente más honesto de esa gente del norte); las agencias municipales en realidad son mixtas público-privadas y funcionan como la administración alemana, en el oeste bien, en el este mal.
En Holanda el suelo es público(todo o casi todo), y es el Estado el que lo alquila (supongo que sin especial ánimo de lucro, que ya saca dinero de los impuestos).
Ninguno de los dos modelos es factible hoy por hoy en España, al menos sin obligar a la gente a hacer cosas que no quieren hacer: convence a la gente de que si no se pueden comprar una casa no es el fin del mundo, y te llamarán de todo. Y convence a los que tengan casas vacías de que alquilar no es peligroso, después de las cosas que pasan...
La descripción que haces de cómo funciona el mercado inmobiliario es exactamente la definición de burbuja especulativa: pero nadie sabe por qué tiene que estallar, si las casas siguen estando ahí (a diferencia de las acciones) y tienen un uso real (a diferencia de las acciones también, y al menos en la mayor parte de los casos).
El problema de la vivienda es que a todos nos toca demasiado de cerca; se impone, fundamentalmente, un cambio de mentalidad. Espero que la gente se esté preparando para cuando suban los tipos de interés y nadie pueda pagar las fantásticas hipotecas a tipo variable.

14 marzo, 2006 11:30  
Anonymous Anónimo said...

Muy pertinentes y precisas las informaciones sobre ALE y PP. BB.

Es cierto que el análisis expuesto se parece al de una burbuja especulativa, pero conscientemente no he utilizado ese término y no he hablado del elemento esencial de su confirmación: el lejano o cercano pinchamiento o estallido de esa burbuja. Y si no lo he hecho ha sido a idea, ya que realmente no creo que la situación de la vivienda en España sea la de una burbuja sin más -por lo menos no una del esquema clásico-. Durante un tiempo lo creí, pero hace muchos meses oí de labios cercanos la obviedad (pero en la que no había reparado mucho) acerca de que el hecho de que las casas tengan un existencia tangible y un uso material hace que aunque su valor de mercado caiga ello no tenga porqué implicar que sus propietarios corran a ponerlas en venta.
Desde entonces dejé de pensar en la manera de pinchar cuanto antes esa supuesta burbuja, y pasé a considerar el chiringuito inmobiliario en ESP como una situación estructural (aunque comparta elementos con una situación coyuntural de burbuja que aparentemente la hagan identificarse con un ejemplo de ésta última).
En tal sentido, si la situación es estructural y se ha y -sobre todo- la han reforzado durante mucho tiempo con legislaciones, desentendimientos, etc. (de hecho, el porcentaje de vivienda de alquiler -de por sí muy bajo- en 1980 no sólo no se ha mantenido o crecido, sino que se ha reducido a un tercio en estos últimos 25 años, mientras los sucesivos gobiernos actuaban como Poncio Pilatos o incluso como Herodes) si es así digo, es evidente, como dices, que su eventual modificación (por ejemplo para hacer factibles modelos de otros países) es algo que genera resistencias en la sociedad -sobre todo en una parte, en "la Parte"-. Y la existencia de éstas resistencias se explica porque como aludías hay toda una superestructura de carácter sociocultural asentada en la psique social, y que actúa como inercia para el mantenimiento de la situación estructural analizada (un aspecto que comparte, a mi entender, con el ánimo que está detrás de los planes piramidales).

Sin embargo, no creo que el quid del asunto sea cambiar la mentalidad social para así modificar la infraestructura, es mucho más probable y eficaz que la mentalidad se modifique a la luz de los efectos que consigan la intervención decidida para cambiar los pilares legislativos y regulatorios en los que sostiene el modelo actual (si la gente ve que no es tan difícil buscar alquiler, que tener una vivienda vacía no resulta tan rentable, que tener una vivienda alquilada no es tan peligroso,etc.; desde luego empezará a conceptualizar la vivienda de manera distinta; que ocurra al contrario y que la modificación de la superestructura haga cambiar la infraestructura me parece, aunque no imposible, sí bastante más difícil y menos acertado).

Es por ello que la alteración infraestructural (deseable por cuanto existe un interés general diferente al producto de la suma de los intereses particulares; así como una esquema de injusticia desbordante que resolver) llevará a buen seguro a obligar o a estimular a la gente (más bien a una parte de ella) a hacer algo que no quiere hacer, ya; pero eso mismo pasa en otros ámbitos: a mucha gente no le gusta esta persecución hipócrita del tabaco y que se le obligue a salir a la calle a fumar; a otra no le gusta que se le obligue a pagar más por el aumento desproporcionado del impuesto a las labores del tabaco; a otra le molesta la persecución del botellón; la campaña general de multas contra el uso del móvil al volante, etc. Si en estos ámbitos se antepone un "interés general" para llevar a cabo multitud de iniciativas que "obligan" -y que de hecho algunas de ellas son netamente represivas y/o propagandísticas- no veo porqué no puede actuarse de manera parecida en el caso de la vivienda.

Claro que mucha gente defiende que el problema de la vivienda se solucionará (hasta cierto punto de manera autónoma) cuando se produzca la "recuperación" económica alemana que lleve al BCE a una decidida suba de los tipos y, como efecto de esto, a una corrección de los desequilibrios de economías como la española (en puridad no recalentada, pero sí ulcerada por la política de tipos altos, así como de una inflación elevada).

Ante esto soy bastante escéptico y aun reconociendo mis carencias en conocimientos económicos, "desde fuera" lo que me parece es que se lleva hablando demasiado tiempo (años y años) del "retraso" en la recuperación de la economía europea y eso me suena ya a un eufemismo; más que demora en la recuperación, podría decirse que lo que realmente ocurre es la prolongación de una crisis - la que lleva alrededor de un cuarto de siglo en el corazón del capitalismo postindustrial globalizado- que parece afianzarse tras más de 25 años desde su estallido.

En cualquier caso, aun cuanto la situación posibilitara la suba de tipos y la recuperación "dejara de demorarse" no creo que eso solucionase el problema, la gente seguiría sin poder acceder a una vivienda, lo único que se conseguiría, como bien apuntas, sería que una parte de los que están ahora metidos experimenten la asfixia financiera al no poder hacer frente a las cuotas de las hipotecas.

Por otro lado, aun en el caso de que fuera cierto que la suba de tipos arreglase el tema y "racionalizase" el mercado inmobiliario en España y no lo aumentase, tal y como parecen desarrollarse las cosas, esta pretendida "recuperación" (pasajera) económica alemana y de otras economías europeas que lleve al BCE a una política monetaria restrictiva no parece probable que se produzca (para tranquilidad de Ferraz), como poco, hasta dentro de 2 años. En tal sentido, y, sobre todo, contando con que ya se estará ante las eleciones de 2008, ¿para qué tocar nada? que lo haga el que venga, si viene; hasta entonces recalificaciones, kelifinder y rock and roll.

20 marzo, 2006 13:05  
Blogger Lilith said...

Creo que en el tema de la vivienda, todo es empezar...
Con relación a las burbujas, recuerdo que me llamaron especialmente la atención cuando hablamos de ella en la asignatura más denigrada de Economía, léase Metodología (o cómo rayarse intentando demostrar que la Economía es una ciencia, con escaso resultado y mucha mofa). Lo verdaderamente importante de las burbujas no es que estallen o se pinchen, o el mal que causen a la larga; lo verdaderamente característico (y una de las razones por las que el ser humano me parece tonto) es la forma en que se generan. Las burbujas se forman porque de repente, se empieza a considerar un horizonte infinito en el que obtener beneficios (en cualquier sentido, monetario o no). El pensamiento clave es: "mañana vendrá alguien que me dará más por esto"; y en el caso de la vivienda es todavía más fácil, porque, normalmente, tiene uno todo el tiempo del mundo para vender la casa (y no como con las acciones que hay que liquidarlas en un lapso pequeño de tiempo). Lo que yo me pregunto es: si las personas no se mueven en un tiempo infinito (hasta ahí llegamos todos), por qué piensan en obtener beneficios exorbitantes en un futuro incierto? No se sabe, a las pruebas me remito.
Personalmente, creo que existe una burbuja especulativa (subo el precio de mi casa hoy por dos razones, una, que el vecino ha subido el precio de la suya, y dos, que seguirá subiendo su precio y acabaré ganando xmil veces lo que pagué, como bien dices, el espíritu piramidal); lo que no puede hacer es pincharse.
Estoy esperando que baje el precio de las viviendas, como algunos prometieron.

Absolutamente de acuerdo con que las sucesivas legislaciones (o mejor, los parches, como se hace siempre en España) han empeorado la situación de la vivienda, si. Pero también es verdad que la burbuja se ha dado (se está dando) en otros países, como Italia (me sorprende ver los mismos titulares que en España en este tema) y en otros donde el mercado de alquiler está más desarrollado, como Reino Unido, así que no parece un problema estructural de España, sino una cosa más difundida, y probablemente más peligrosa. Y el caso inglés no lo conozco muy bien, pero en Italia no hay tal lío legislativo, es simplemente desgana (aún más grave que en España) por el alquiler y las cosas provisionales (me río yo de los alquileres provisionales de Alemania, que tienes que preavisar con seis meses).
Seguramente el problema no se solucionará con una subida de tipos (que ya está en marcha, nos llevamos dos puntos con Estados Unidos y a más de dos países de la UE les está hundiendo el euro alto, hay que subirlos ya, pero despacito), porque el inmobiliario es un mercado de reacciones lentas (uno ni compra ni alquila una casa con la facilidad que una camiseta, desgraciadamente).
Por otro lado, es difícil señalar medidas alternativas (a parte de obligar a la gente a que no compre), porque si es un fenómeno extendido, debe tener razones extendidas; el gasto en vivienda se considera inversión (y de hecho, es lo que dice la mayor parte de la gente cuando se compra una casa), y con los tipos bajos, a lo mejor subir el precio de la propia vivienda para pagar los intereses de la hipoteca (por mayor valor del que se pensó en un principio) es una respuesta racional a la situación. Por otro lado, con los tipos bajos, lo que debería aumentar es el crédito al consumo, y no la inversión... Pero es que la vivienda tiene un uso, como ya dije, y por eso es difícil tratar este mercado... (por no hablar de las dificultades habituales de la incertidumbre y de la imprevisibilidad del comportamiento de masas desordenadas de gente).

En tu línea la normativa que arregle la situación; llámame cuando logres tus objetivos de gobierno, aunque sea sólo para verlo.
Y me llamarás ecónoma, pero una cosa que creo a pies juntillas (y funciona igualmente bien fuera del ámbito económico, ya lo explicó Saint-Exùpery con el personaje del rey en El principito) es que es mejor incentivar a la gente para que haga las cosas que obligarles a hacerlas. Claro, malinterpretado, se llama manipular, y de ahí las cosas que siempre me reprochas, pero para todo hay un límite menos para el helado de vainilla.
No es lo mismo el botellón o el tabaco que la vivienda.
Por otro lado, con la que se lió con el tabaco (si hubieran hecho lo que en Italia, que no se puede fumar en ninguna parte, en vez de esa ley de broma), habría que montrar un diversivo muy grande para poder sacar leyes del tipo. A más de una persona, y a más de dos y a más de tres he oído reclamar una casa propia como un derecho divino (casi como ver Operación Triunfo o Gran Hermano). Y de vivienda (que sí es un derecho) a casa (que de momento no lo es) va un trecho importante.

Creo que es posible que haya quien se está acostumbrando a la idea ya; si comprarse una casa tiene que ser entre dos, porque uno es cada vez más difícil, entonces es cuestión de tiempo; si uno puede quedarse eternamente con sus padres (y le dejan), va bien; si uno no puede o no quiere quedarse con ellos, entonces empieza la vida dura.
No me cabe en la cabeza que nadie sea capaz de comprometerse a pagarle al banco durante cuarenta años. Y sobre todo, encuentro que hay formas mucho más interesantes de gastarse una millonada.
Igual una medida interante sería poner carteles por la calle: ¿estás seguro de lo que significa firmar una hipoteca?

PS: Problema añadido de la burbuja española, está muy basada en tipos variables, mientras que otras tienen mayor porcentaje de tipos fijos. Ya llegará el llorar y el rechinar de dientes, mientras los bancos hacen el agosto, como siempre.

21 marzo, 2006 00:47  

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