13 de abril de 2006

Una sociedad amenazada

A pesar de pertenecer a la generación que pertenezco me apunté bastante tarde a las llamadas nuevas tecnologías, el logro más perennemente invocado de la humanidad desde que se produjo su acelerón imparable en la década pasada con el salto al estadio digital y al ciberespacio. Un fenómeno éste que, como todo gran (grande por su alcance, más que por otra cosa) fenómeno que se precie, ha ocasionado efectos no deseados (y en algunos pocos casos, tampoco previstos) por sus impulsores, explotadores, gestionadores y principales beneficiarios.

Creo que una de las principales consecuencias que tuvo el impulso tecnológico referido fue el hacer extremadamente fácil la reproducción de copias de productos "culturales" (esencialmente, -pero no sólo- contenidos musicales y audiovisuales) con unos reducidos costes de producción, con unas escasas necesidades de infraestructura para ello y con un razonable parecido en los niveles de calidad de los productos reproducidos respecto de la obra original. Esto supuso la popularización (que no el nacimiento) y la generalización de lo que se denominó desde un principio el "pirateo".

Este "pirateo" de esta clase de productos llegó a España (como a Italia) de manera relativamente tardía en comparación con otros países europeos, pero fue la Piel de Toro uno de los territorios donde más éxito y popularidad alcanzó este fenómeno.
El hecho de que la penetración de internet fuera bastante baja en los hogares y en la sociedad española en general hizo que, a pesar de que ya en 2000 estuvieran a pleno rendimiento las descargas de música de la red (Napster, Audiogalaxy...), el verdadero buque insignia del pirateo en España fuera el denominado "top manta", que alcanzó su mayor éxito en 2001 y 2002 cuando coincidió con el fenómeno sociocultural y mediático de la primera edición de Operación Triunfo. Fue en ese periodo de tiempo cuando la presencia de manteros se extendió desde lugares como Preciados o la Glorieta de Carlos V (que fue donde primero los conocí yo) a calles menos céntricas tanto de la capital, como de ciudades realmente pequeñas a lo largo y ancho del país. El incremento de la presencia de los manteros por las aceras, así como la guerra de precios entre los diferentes colectivos que se dedicaban al negocio (ecuatorianos, chinos...) llegaron a hacer del "top manta" toda una institución social. Recuerdo que la gente se paraba y se apelotonaba en la misma zona peatonal de la calle Madrid, llevándose a veces una decena de cedés piratas de una tacada.

Al tiempo que esto se desarrollaba, los beneficiarios del negocio discográfico empezaron a temer por sus beneficios y comenzaron a poner el grito en el cielo sobre el peligro que para la "industria cultural" española representaba lo que estaba pasando. Así fue que empezaron a reclamar desde la bajada del IVA a los discos (como si ése fuera el principal problema de la carestía del producto), hasta la batida policial permanente de las calles persiguiendo a los manteros. Así mismo, y aunque a la luz de los hechos, hay que reconocer que primeramente no eran tan exagerados y esperpénticos como ahora, comenzaron las escenificaciones mediáticas de "concienciación" social acerca del grave problema que representaba la piratería. Precisamente, las primeras de éstas que recuerdo tuvieron como marco a algunas galas de Operación Triunfo. Parece que estoy viendo aquellos momentos en el sofá del escenario del programa en el que algún megaproductor o algún "consejero y/o delegado" (v. gr. de Vale Music) explicaba a un condescendiente Carlos Lozano el drama que suponía la piratería, mientras los triunfitos miraban al suelo con cara de compungidos. Momentos éstos a los que sólo les faltaba el tema principal de la banda sonora de La Lista de Schindler para terminar de redondear la escenificación lacrimógena (recuerdo a Paco subrayar oportunamente en uno de esos momentos, que aquello parecía más un programa de testimonios hablando de niños que morían en África o de la tragedia de los heroinómanos infectados por el VIH que otra cosa).
A pesar de que a mí también me resultasen bastante ridiculos esos montajes mediáticos, y consecuentemente los criticara y desdeñase su importancia, nunca dejé de considerar que en el fondo (y en cierto sentido) las discográficas (cuya portavocía de los problemas del sector posteriormente sería recogida de manera preeminente por las sociedades de gestión de derechos de propiedad intelectual -singular y notoriamente por la SGAE-) y, por encima de todo, los creadores, tenían algo (bastante) de razón. Uno tiene derecho a beneficiarse de lo que crea y a impedir que los que se lucren con las obras de su trabajo sean otros; sin negar por eso que las producciones culturales deben revertir pasado un tiempo al dominio público (como de hecho está establecido en la legislación de la mayoría de los países); y sin considerar tampoco que por el hecho de ser un grupo éste (el de creadores, discográficas, etc.) con una tradicional buena situación en el conjunto de la sociedad, ésta última debiera tener como objetivo primordial el asegurar la no modificación de esa buena posición de este colectivo, máxime cuando la situación de buena parte del resto de la sociedad también se ha resentido por los mismos efectos incluso que los que posibilitaron en el inicio del acelerón digital que éste colectivo de creadores culturales multiplicara sus beneficios.
En este sentido, es verdad que han sido los efectos y las consecuencias del avance tecnológico las que han posibilitado el impulso a la piratería y al intercambio de ficheros por la red, pero no es menos cierto que también esos mismos efectos posibilitaron la ampliación del mercado de las discográficas en los últimos 90; de igual manera que son los efectos del acelerón tecnológico los que han ocasionado buena parte del aumento del desempleo estructural en muchos países, de las deslocalizaciones y de muchas cosas más. Todo forma parte de un asunto bastante complejo en el que los creadores culturales no son los únicos actores, ni los únicos protagonistas.

Es así que, cuando el colectivo éste de las autodenominadas "víctimas del pirateo" empezó a organizar una campaña de más calado que la ofensiva mediática del principio (aunque sin dejar esta última, como prueba el episodio del fulgurante y breve boicot de los distribuidores a Alaska a cuenta de sus declaraciones heterodoxas en lo que al grupo de "autores" se refiere acerca del "pirateo") y pasó a exigir medidas como el canon a los cedés como medio de atajar en parte (siempre en parte) los perniciosos efectos de un "pirateo" que pasó a trasladarse (haciendo, de hecho, que ya técnicamente no se pudiera considerar "pirateo") a internet con la popularización del intercambio de ficheros mediante las redes P2P; cuando esto ocurrió, digo, seguí siendo en parte comprensivo con lo que este colectivo defendía e incluso con la admisibilidad de medidas como el canon. De manera, que cuando gente de mi entorno (con sin duda más conocimiento que yo en estos temas, como Julio, Víctor P. o Israel) se mostraban muy contrarios a la extensión del canon, no suscribí totalmente su opinión. Y eso, a pesar de que el "negocio" de la producción audiovisual (un negocio que presuntamente y según algunas declaraciones de este colectivo estaba casi tocado de muerte por la "piratería") no estaba para nada desapareciendo, sino que se reconvertía e incluso encontraba otros canales de florecimiento como el mercado de dvds, las colecciones de películas que venían con los diarios, etc.

Durante estos últimos meses mi posición hacia esto ha ido variándose y acercándose (nuevamente, y lo cierto es que gustosamente) a lo que defendía Víctor P. Y eso ha sido así, tras haber comprobado que lo de esta gente (SGAE y resto) es de juzgado de guardia y que, envalentonados por la llegada al gobierno de un partido tradicionalmente comprensivo con sus intereses (aunque el otro partido nunca se alejó, pese al alboroto retórico de los últimos dos años, mucho de ellos y de sus intereses), no es ya que no vean que es un asunto complejo donde no caben maximalismos, es que lo ven clarísimo: se presentan poco menos que como las grandes víctimas de nuestro tiempo. Y es esta actitud a lo SEPLA de considerarse como alguien no equiparable al resto, y de defender una situación privilegiada contra viento y marea, lo que me ha terminado de hartar.

A mi modesto entender la legislación sobre propiedad intelectual se creó fundamentalmente para garantizar que, en una época en la que no era tan fácil la distribución y la duplicación de una obra intelectual, el autor de la misma tuviera tiempo (mediante la garantía de un plazo temporal razonablemente largo de mantenimiento de la exclusividad de sus derechos sobre la obra) de poder sacar beneficios de su creación; pasado el cual la obra revertía (en función de su carácter de producción cultural) al dominio público. Por ello no entiendo muy bien que si ahora (precisamente por el avance tecnológico) la distribución y reproducción de las obras es bastante más rápida y fácil que antaño, lo que se pretenda hacer sea mantener o incluso ampliar los derechos de propiedad intelectual y la posición que antes mantenían los creadores intelectuales; y que para colmo eso se haga exigiendo la perpetuación de una situación beneficiosa que han visto mermada (y, de hecho, el que realmente se haya producido esa presunta merma es algo bastante discutible, como el tremendo incremento de los ingresos de la SGAE en estos dos últimos años 2004 y 2005 -a un promedio del 15% anual, ¡¡15!!, frente al raquítico 2´5 de la subida general de los salarios o el 4 de la inflación- prueba) por efectos directos o indirectos del cambio tecnológico (el mismo que ha afectado a otros sectores sociales, que de hecho han perdido mucho más (o simplemente han) poder adquisitivo que ellos y que, además, partían de una situación no tan ventajosa como la del colectivo de "creadores y asociados".

De esta manera, y contando con todo esto, me ha ido paulatinamente resultando cada vez más intolerable la combinación impertérrita de ese discurso victimista (singularmente, pero no sólo, de la SGAE; un discurso que incluso era mantenido y repetido a la vez que se presentaban resultados anuales de recaudación con un incremento de dos dígitos sobre el año anterior) con una larga lista de actuaciones bastante polémicas entre las que se encuentra el cierre temporal de la Frikipedia por una actitud calumniosa de ésta referente a la SGAE (y hombre, es verdad que la Frikipedia se burlaba de ellos, pero es que la Frikipedia no pretendía engañar a nadie y desde su portada se advertía que nada debía ser tomado como algo que no fuera a coña; en tal sentido no era la única institución -ni puede que la más- criticada por ella), aunque en este caso finalmente se llegara a un medio acuerdo; o aquellas declaraciones del presidente de la SGAE hablando de que el que en Google aparezca la SGAE como primer resultado si buscas la palabra "ladrones" (debido al extendido bombing mediante enlaces con esa palabra) es un ejemplo clarísimo de fascismo (!). Toma ya.

La guinda a este cambio de opinión mío referente a este tema han sido dos acontecimientos más acaecidos en el último mes y medio.
De un lado el cierre de Razorback2, el servidor más popular del eMule, a causa de una denuncia de la Motion Picture Association (industria cinematográfica). Respecto a esto, puedo entender el principio argumental jurídico invocado para el cierre y derivado del hecho de que el propietario de este servidor se lucraba con la publicidad que introducía en él (acción que evidentemente ya no es sólo favorecer el intercambio de ficheros, sino sacar beneficio de esa actividad; aunque no estoy muy seguro de que pueda considerarse con total claridad a esos ingresos por publicidad como lucro directo de los intercambios de ficheros que hacían los usuarios de ese servidor); pero esa relativa comprensión acerca del argumento jurídico utilizado pierde efectividad (al mismo tiempo que me predispone de manera casi definitiva en contra de esta gente), al leer el burdo intento de exageración payasa y ridícula acerca de la actividad de Razorback2 y el intercambio de ficheros mediante P2P mediante la consideración de tales actividades en la nota de prensa que emitieron al respecto poco menos que como el principal problema al que se enfrenta la humanidad; y llegando en las declaraciones adicionales de algunos de sus responsables al respecto, a afirmar de manera textual que la actividad de Razorback2 era una amenaza a la sociedad. Nada menos.

El segundo acontecimiento ha tenido lugar en España, país que entre el batiburrillo legal existente, los particulares fenómenos de cambiantes y extendidos grupos de presión política sobre los partidos, así como el talante pasota generalmente aceptado por estos lares para intervenir en cualquier asunto, se había mantenido algo al margen de la campaña internacional de estigmatización y criminalización del intercambio de ficheros por la red. Sin embargo, el otro día (con un bombo mediático y social descaradísimo) se anunció una operación algo peliculera de la Policía Nacional que culminó con el cierre de varias páginas que proporcionaban enlaces ED2K y la detención de sus responsables. El argumento que subyacía a esta operación era el hecho que la explotación publicitaria (de forma parecida al del caso de Razorback2) que llevaban a cabo los responsables de estos sitios web era una actividad de carácter lucrativo a partir de obras ajenas (punto importante el que fuera lucrativa, ya que la no lucrativa -la que se basa sólo en el intercambio de ficheros- no es delito, al menos con la ley actual) y, por lo tanto, era algo ilegal.
Hombre, como en el caso de Razorback2, si esto fuera así podría ser admisible, pero el hecho de que hasta el momento no haya actuación judicial, sino que sólo sea una acción policial, unido al interesadísimo bombo dado a la noticia y unido también a las imprecisiones y ambigüedades (inteligentemente subrayadas desde sectores como la Asociación de Internautas que acertadamente denuncia entre otras cosas la posibilidad de que el verdadero objetivo de esta operación sea meter miedo acerca del intercambio de ficheros) de la nota de prensa que la policía emitió referente a esta actuación, todo ello digo, no hace más que aumentar mi suspicacia.

Recuerdo que Irene afirmó una vez que da igual lo que busques en el emule, entre los resultados te saldrá siempre (escondidos a menudo bajo otros nombres) una porno, algo de la Guerra de las Galaxias y algo del Señor de los Anillos. Aunque carezca de sustento lógico o científico, la verdad es que es una afirmación que se suele cumplir bastante a menudo.
Julio apuntó en otra ocasión que no le parecía normal ni casual que tantísimas veces ocurriera que buscando una película o una serie de dibujos animados apareciera algo porno bajo el nombre de la mencionada película o serie.
Referente a esto, de todos es sabido que busques lo que busques en el emule siempre vas a encontrar algo porno bajo un nombre de fichero que no tiene nada que ver con el contenido pornográfico, pero sin duda el hecho de que pase con tanta frecuencia en el caso de vídeos de dibujos animados da que pensar. En principio, podría pensarse que simplemente es algo que se debe a que en España el hijoputerismo es el deporte nacional. Sin embargo, y con el bombardeo mediático de estos últimos meses, también se podrían pensar en otras razones.

Así, hay que hacer notar que recurrentemente se producen operaciones policiales contra la pornografía infantil, pero con una frecuencia altísima (y sin importar mucho el medio en el que se ofrezca la noticia) la información de esta operación aparece precediendo a otra sobre cualquier aspecto del intercambio de ficheros mediante redes P2P, del top manta o de cualquier otro elemento al que las discografícas y las sociedades gestoras de derechos de propiedad intelectual consideren "piratería" y, en consecuencia, algo pernicioso para ellas (y según su lógica, como se ha visto, algo terrible "para la sociedad"). Y es verdad que los medios informativos tienden en aras del esquematismo y la efectividad comunicadora a presentar juntas o de manera contigua noticias que aparentemente responden a un tema común, pero en este caso me temo que no es eso lo que está detrás. De hecho, las noticias acerca de operaciones contra la pornografía infantil como suelen ser parte de la crónica nacional o de sucesos se suelen incluir en la primera parte de los informativos (en el caso de que sean audiovisuales), mientras que las relacionadas con asuntos de tecnología (como son las que se refieren al intercambio de ficheros mediante redes P2P) suelen colocarse al final. Sin embargo, y como se ha apuntado, con demasiada frecuencia estas últimas se colocan siguiendo a las primeras como queriendo defender una relación de equiparación entre ellas; algo que es bastante peligroso e indecente, en la medida en que una es un delito y la otra no; de manera que, al presentarlas juntas, puede darse a entender que ambas lo son (cuando eso es falso, al menos por ahora). Por no hablar del abismo ético que separa a una y otra: el abuso (directo o indirecto) de un niño que supone la pornografía infantil, y lo que es simplemente un intercambio de ficheros con consecuencias económicas que es lo que supone el uso de redes P2P; un abismo que, al presentar las dos noticias juntas, parece querer reducirse de manera interesada, trasladando la miseria ética de una acción (la de la pornografía infantil) a la otra (el intercambio de ficheros).
Ha sido precisamente con esta operación referida de la Policia Nacional con la que se ha dado el último ejemplo de este fenómeno referido, como la presentación de la noticia en la edición digital del Diario de Navarra (entre otros muchos) junto a otra acerca de una operación de persecuación de la pornografía infantil, prueba.

Este asunto de relacionar actividades que molestan (sean o no delitos) a determinados sectores con la pornografía infantil (y en algunos países, según el grado de hipocresía o código social moral extendido, con la pornografía a secas) va mucho más allá, sin embargo, de la piratería o, más propiamente, del intercambio de ficheros por la red.
Se podría decir que la lucha contra la pornografía infantil se ha convertido en el nuevo santo y seña para reclamar un virtual "todo vale" para restringir las libertades en la red y controlar la actividad de los ciudadanos en ella. Sí, la lucha contra la pornografía infantil se ha convertido en la pareja perfecta de la "lucha contra el terrorismo" (que es el santo y seña para recortar las libertades en todo lo demás).
Y es que las cosas, especialmente la que suponen invasión de la vida privada y recorte de libertades, requieren siempre de una lucha contra algo, se hacen siempre por algo.
Así, el gobierno norteamericano ha estado apretando las clavijas a Google y similares para que le proporcionen información sobre las búsquedas que se efectúan en sus buscadores en virtud de la lucha contra la pornografía infantil.
El parlamento europeo aprobó la directiva sobre retención de datos sobre comunicaciones telefónicas y telemáticas para "luchar contra el terrorismo".
Otros también han tenido en el pasado razones para recortes parecidos. Los gobiernos de las antiguas repúblicas populares y/o socialistas de Europa Oriental no controlaban "porque sí" las comunicaciones y las vidas privadas de sus ciudadanos, había que luchar contra "la amenaza de la contrarrevolución y la vuelta del fascismo". Sí, siempre hay un motivo, una amenaza.
De hecho, lo fundamental es encontrar esa amenaza y, si no existe, inventarla. Y es que las "sociedades amenazadas" suelen ser más condescendientes a que ciertas personas las puedan mangonear y sacar una mayor tajada de ellas, recortando para ello las libertades de los individuos.

Ciertamente podrían considerarse estas últimas reflexiones y líneas como cínicas (no tengo nada en contra) y aún incluso tremendamente irresponsables por cuanto tanto la pornografía infantil como el terrorismo (aunque por desgracia este último no tenga una conceptualización clara acerca de qué es y qué no lo es) son delitos muy graves de deseable persecución y erradicación. En esta línea, en vista de que tales medidas de recorte de libertades y de racionalización de derechos, van encaminadas a la lucha contra algo que todos aceptamos como malo, podría entenderse a éste como un recorte que tenemos que aceptar (un mal necesario).
Ya, pero en vista de que lo que nos jugamos es importante, los que demandan este recorte (que además suelen ser los que lo van a gestionar) deberían tener al menos la decencia de mostrarse especialmente cuidadosos y eficientes en el uso y gestión de la información que el recorte de derechos va a proporcionar, y usarla sólo y exclusivamene para lo que todos admitimos como válido: la lucha contra la pornografía infantil y contra el terrorismo.
Pero por desgracia, no es eso lo que suele pasar en un tiempo que, como en otros, "la lucha contra el terrorismo" (toda una hidra de mil cabezas que está en todas partes, como en su tiempo el veneno comunista según la Doctrina de la Seguridad Nacional estaba dentro de todas partes) suele esgrimirse para perseguir a cualquier tipo de acción que vaya en contra del poder establecido (siempre que éste sea correcto, claro) .
Como ejemplo de esto, nada nada mejor que recordar el vergonzoso episodio del anciano militante que fue expulsado a empujones de la sala donde tenía lugar el congreso del Partido Laborista en Brighton por gritar "nonsense" cuando el profesional de turno defendía desde el estrado todos los beneficios y logros que ha reportado la invasión de Irak. Un anciano al que no sólo se le expulsó, sino al que también se detuvo en virtud de la ley antiterrorista británica, claro que sí, era "una amenaza para la sociedad", estaba criticando al poder establecido (además a un poder correcto), estaba intentando tocar a los intocables.
Hombre, ya, pero es que eso fue un error (y de hecho Bliar se disculpó, qué majo). Sí, claro, un error, sobre todo mediático (por eso se disculpó), ¿cuantos más habrá y hay? ¿en Guantánamo tal vez?

Es por ello que, ante gente que habla a la ligera de "amenazas a la sociedad" sólo para cuando son amenazas que dañan a su negocio (¿por qué no se consideran graves violaciones de derechos y "amenazas a la sociedad" otros abusos que se hacen con el ciudadano raso?: ¿por qué he tenido que pagar durante mucho tiempo por un disco del tipo "the best of nosequién + dos canciones nuevas", cuando a lo mejor lo que yo quería eran sólo esas dos canciones nuevas?, ¿por que no me compensan por aquello que compro sólo gracias a la manipulación psicológica que ejercen sobre mí estudiadísimos modelos de escaparatismo planogramático, y que de no existir éstos probablemente no compraría?, hombre, puestos a rizar el rizo de los derechos y de la conculcación de "amenazas"...); ante gente que intenta hacer de una amenaza parcial una hacia toda la sociedad; ante gente que utiliza el miedo a una amenaza (real o ficcional) para mantener privilegios o una situación ventajosa; ante gente que confunde deliberadamente lo que puede ser una amenaza de lo que no lo es (un coche bomba al paso de una patrulla en Irak es para muchos terrorismo -una amenaza-, pero cuando soldados de un ejército regular fríen a gente con fósforo blanco en Faluya, casualmente para otros muchos no lo es); en definitiva ante toda esta gente que se arroga la representación de la sociedad cuando sólo son grupos de interés (y de echo a veces de uno muy descarado), ante todos esos hay que estar alerta y ser crítico.
En muchos casos, la verdadera amenaza son ellos. Y, desde luego, que nuestra sociedad tiene amenazas, pero muchas veces no son las que se pregonan en esas profecías ridículas de menace to society, sino que precisamente las constituyen la actividad de esos "profetas de la amenaza".

5 Comments:

Blogger Lilith said...

En cuanto a la prosaica realidad de la descarga de música (o de películas), creo que (al menos en España, porque en Italia sí han logrado que se vea peor, de hecho no se vende por la calle, salvo en raras ocasiones) es el típico caso de un fenómeno que la gente no ve mal, porque no le cuesta nada, por mucho que digan que está mal (que no es delito, si es para uso particular, como lo es casi siempre). Mi padre ya se ha llevado un par de sustos encontrándose señoritas ligeras de ropa, cuando esperaba encontrarse zarzuelas y demás, pero ello no ha impedido que siga descargándose cosas.
Recuerdo la que se montó cuando dijeron que iban a echar de la calle a los manteros (que por cierto, no sé dónde los iban a echar, a una casa? Nótese la contradicción. Afortunadamente ha pasado a ser una de esas leyendas urbanas madrileñas como la de abrir el metro toda la noche).
En Italia, la cosa está más asumida, y se habla más bajito de las cosas que uno se descarga; hay un tremendo anuncio en el cine en el que se ve una adolescnte que se está descargando algo de internet y en el que se oye una voz de fondo que dice (sobre una música atronadoran e imágenes inquietantes):
Nunca robarías un bolso. Nunca robarías un coche. Nunca robarías un televisor. Descargar de internet ES UN DELITO.
Acto seguido, la chavalina cancela la descarga, coge su mochila del cole y se va a la calle, supongo que a jugar al parque (o a hacerse un porro, porque eso da igual, si no se descarga lo que quiera que fuese). Me llaman la atención dos cosas: el tono verdoso del anuncio, y la voz en off en plan gran hermano, y el hecho de que digan que descargarse música es delito cuando no lo es.
Es una lavada de coco como hacía mucho que no las veía en los anuncios.
Pero ¿qué se espera de un país en el que la cerveza más publicitada hace anuncios abiertamente machistas que a la gente le resultan hasta graciosos?
Sin embargo, al final, sucede como en España, como en Alemania, y como ya casi en todas partes, la gente se sigue descargando cosas.

En cuanto a la más preocupante búsqueda de amenazas para distraer a la gente de las verdaderas intenciones no es un hecho nuevo, supongo que ha sucedido siempre, porque la mejor forma de conservar una posición es convencer a quien está en la contraria, o en una posición diferente, de que uno no es que sea necesario, es que es imprescindible. El problema es que ahora, con las mareas ingentes de información que nos rodean a todas horas, es más difícil construir estas amenazas, pero una vez construidas, es más fácil hacer que la gente se las crea. Pregúntale a alguien por los juegos de rol, o por los perros pit bull, que hubo un verano que no hacían más que comerse a los niños.
Pero las cosas importantes, no las arregla nadie, porque logran que otros problemas que hasta hace diez minutos no existían, parezcan más urgentes.
Amenazas... cualquier cosa que perturbe la calma de nuestra prosaica y pequeña vida, sea una perturbación grande o pequeña, es una amenaza. Estamos tremendamente mal acostumbrados.
Pero tampoco sé si nos vamos a encontrar mejor el día que triunfen las teorías de la conspiración...

18 abril, 2006 09:46  
Blogger Lilith said...

Avísame si retomas tus planes para instaurar una dictadura... me estoy preparando a fondo.
http://www.lasindias.com/curso_redes/index.html

26 abril, 2006 22:05  
Anonymous Anónimo said...

Ya sé que no es nuevo el señalar que lo básico de la acción política de las élites sobre las sociedades se basa en la generación y dosificación de amenazas con las que limitar la racionalidad social y personal de los ciudadanos; lo que me llama la atención es que en el caso del pirateo se atrevan a hacerlo utilizando para ello algo tan grave como la pornografía infantil. Y es que el negocio no conoce límites.
Respecto al anuncio de ES DELITO, anuncios parecidos se emiten en los cines de aquí y aguarda a que el ministerio de cultura ponga en marcha la anunciada campaña de "concienciación" y "normalización" del respeto a los derechos de propiedad intelectual que se supone tiene que ir pareja a la reforma de la LPI que estos días se debate en el senado. Y es que aquí no tenemos anuncios de cerveza, pero tenemos a Antena 3 y a los anuncios de AXE (además de a una "lista" dirigiendo el Instituto de la Mujer).
Las amenazas no son ahora más difíciles de montar, de hecho ahora con tanta información es aún más fácil la creación de esas amenazas, el único problema es que como hay tantas tienen que competir entre ellas (ya no hay monopolio en plan la UNión Soviética como "Imperio del Mal" -precursor del Eje del Mal-) y el problema está en que no hay tanto mercado porque la memoria de la gente es finita las amenazas (aunque sirvan para lo mismos) tienen que ir renovándose: y así de la carne de vacuno de los segundos 90, pasamos a la gripe de los pollos que es mucho más siglo XXI.

10 mayo, 2006 15:52  
Blogger Lilith said...

Mi duda no conspiracionista con respecto a estas cosas, es... ¿y no se hace realidad nunca la historia del pastorcillo mentiroso? Personalmente, estoy esperando que baje de verdad el precio del pollo para llenar el congelador. Y no baja!!

21 mayo, 2006 20:30  
Anonymous Anónimo said...

Por un lado la memoria de las personas es lamentablemente (en este aspecto) finita (y se va achicando más aún con los efectos de la cultura-mosaico). Por otro, hay que tener muy presente que cuando una de las amenazas de los "profetas" se hace realidad(muchas veces por simple azar) pasa a ser un problema; y salvo algunas excepciones (aún más infrecuentes en la Piel de Toro) los "profetas" saben gestionar muy bien las "amenazas", pero se suelen mostrar incapaces de hacer lo mismo con los problemas, especialmente cuando estos son públicos.

21 mayo, 2006 21:22  

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