21 de febrero de 2006

Microchips para el hombre libre.

Una empresa utiliza microchips subcutáneos para la identificación y control de sus empleados.

Esta noticia que leí ayer forma parte del grupo de las que más desazón me causan habitualmente; siendo sincero, y aunque suena algo (bastante) nazi, es con frecuencia mayor que la que me provocan noticias acerca de las víctimas y efectos de catástrofes naturales.
Entre los elementos presentes en ella que sería factible saetear uno podría ser lo que este nuevo "avance" tiene de invasión de la intimidad personal, tal y como apunta la propia noticia. También lo que supone de nuevo paso en la estrategia de robotización del hombre para "paliar" todas las deficiencias que como especie animal tenemos para con la consecución eficiente del único imperativo generalizado por el generalizacionismo pseudoético perennemente en el poder: la maximización de beneficios (beneficios correctos) y la minimización de costes (costes correctos, claro).

Pero realmente lo que más ha tentado al arco ha sido la náusea ante lo que considero es un nuevo ejemplo de justificación fácil de lo que realmente debería ser mucho más difícil de respaldar argumentalmente. Sí, me refiero a eso de que la iniciativa ésta del microchip no puede censurarse porque respeta la "libertad", en la medida en que ponerse el chisme éste es un acto "voluntario". Tan voluntario que probablemente de aquí a un tiempo (o quizá ya) el que no esté dispuesto a ponérselo no será contratado, no será ascendido, etc. De la misma manera que en nuestro modelo social las personas que no están dispuestas a tragar con determinadas cosas no alcanzan el "éxito". Punto éste de no menor sustento ético último al de la subasta de empleo por internet que hace meses apareció en Alemania y que estaba destinada a encontrar de manera "eficiente" al individuo que fuera capaz de renunciar "voluntariamente" a una mayor parte del salario a cambio de un trabajo, temporal para más inri.
Todos ellos ejemplos diversos de la "libertad" en acción; somos libres: de arriesgar "libremente" nuestra salud con artilugios como ése, de ir a y permanecer en el paro, de traicionar presupuestos éticos.

Claro que sí, cada movimiento (lo vemos día tras día, paso tras paso, siempre en una única dirección, en la dirección correcta) es "voluntario". El voluntarismo como insigne culminación de la democracia liberal representativa, la que se encarga de otorgar ciertos derechos a los individuos en la esfera pública, para que de manera "voluntaria" renuncien a ellos posteriormente en el ámbito privado.
No soy yo el que voy a proponer un macromodelo alternativo; por suerte o por desgracia, ni me considero capacitado, ni tengo ánimo para ello. Simplemente me conformaría con poder seguir caminando en este lodazal, pero sin tener que soportar cada dos por tres esta baratez justificatoria (sí, de hecho es la representación de la minimización de costes en un campo concreto que más me quema) hacia lo que, desde luego, no creo que sea otra cosa que el anulamiento del "capital humano" como tipología distinta a la del conjunto del capital inanimado; presentado además como uno (otro más) de los grandes avances de la humanidad.

Por favor, como si se pudiera pretender que las elecciones como la que refiere la noticia pueden considerarse realmente voluntarias cuando el sujeto de decisión está por imperativo directo o indirecto no menos de diez veces por debajo en nivel de autonomía, poder o miedo que los que "proponen" la elección. Evidentemente la igualdad y perfecto equilibrio de posición entre todos los individuos (electores y proponentes) es una quimera, pero la reducción de la separación entre ambos es, desde luego, algo posible (un pelín más de lo que se suele repetir inmisericordemente desde los sectores de siempre).

Desde luego, la tesis ésta de los defensores del implante del microchip en cuestión es de una parcialidad notoriamente zafia, pero hay que reconocer también que esta idea justificatoria estándar de nuestro tiempo, producto evidentísimo de una constante labor puramente masturbatoria del intelecto propio y ajeno, puede llegar incluso a apuntar a la diana. De hecho, la toxicidad de esta idea del voluntarismo exculpatorio tiene capacidad de llegar a ser ciertamente de aplicación (y contaminación) universal.
Así, los judíos eran "libres" para haber huido de Alemania a su debido tiempo; los palestinos también son "libres" de dejar de ansiar un estado propio y admitir sin rechistar lo que Occidente planeó en 1945 respecto a un territorio que no era suyo, pueden pasar a convertirse en la feliz mano de obra "libremente" semiesclavizada de Israel. Los torturados en Argentina, Brasil, Chile... también eran "libres" de confesar lo que no habían cometido para poner fin a sus sufrimientos, igual de "libres" que fueron aquellos acusados que se autoinculpaban de manera desconcertante durante los Procesos de Moscú.
De igual modo, aquí PP y PSOE también son "libres" para acabar con el terrorismo en España, ETA ya se lo ha dicho: la banda nace y continua con la lucha armada por un problema político (la no autodeterminación e independencia del "pueblo vasco") en tal sentido, los gobernantes en España son "libres" de resolver ese problema resolviendo ese problema político concediendo la independencia y alguna cosa más (vamos, nada importante: Navarra, excarcelación de presos...), así todo el problema se acaba. En sus manos está, en su libertad y, sobre todo, en su voluntad; en la suya y en el grado de "voluntarismo" que decidan aplicar.

Y es que, todo es tan fácil, somos tan "libres" y estamos tan activados por el voluntarismo que no sé cómo es que todavía tenemos problemas y conflictos en este mundo. ¡Con lo fácil que es todo! Todo depende de nosotros, somos "libres", el mundo lo hacen libremente así, lo hacemos voluntariamente así.

17 de febrero de 2006

La Batalla del Neretva

De pequeño (y también ahora) me gustaban mucho las películas bélicas, de hecho, recuerdo que varias veces al año ponían en La 2 o en la ETB miniciclos en plan "Guerra Civil Española", "Primera Guerra Mundial", etc; y no me los perdía. Sin embargo, llevaba años sin ver algún filme del género bélico clásico y no simplemente ambientado en una situación de guerra (como esa delicia de El Viaje de Carol). La Batalla del Neretva (Bitka na Neretvi) ha cambiado esto.

Es una superproducción yugoslava (coproducción con ALE e ITA) del director Veljko Bulajic y de 1969 (fue nominada al óscar a la mejor película extranjera). Se trata de una recreación bastante fiel de uno de los episodios de la lucha y resistencia de los partisanos yugoslavos contra las tropas del Eje y sus aliados durante la II Guerra Mundial.
La dureza y la complejidad de la lucha en suelo yugoslavo durante la II GM era algo que conocía sólo por algunas ideas aprendidas aquí y allá, esta película me ha hecho ponerme un poco al día en esto. Pero ello no ha sido precisamente por los méritos de la narración contenida en el filme, que es bastante deficiente, sino precisamente por haberme, como de costumbre, animado a buscar información en otros sitios.
Si hay un tema en el que me molestan especialmente las explicaciones fáciles y/o sesgadas es el yugoslavo. Resulta curioso como, al margen de los efectos del modelo educativo y mediático de carácter efectista y de cultura-mosaico que nos gobierna, casi siempre que hay un conflicto que presenta especial dificultad en su análisis o entendimiento es el que encuentra un terreno más abonado para que se difundan sobre él explicaciones miopes en plan estos son los buenos y estos son los malos. Y si desde luego la descomposición y dinamitación de Yugoslavia en los 90 es un tema complejo, las circunstancias históricas del nacimiento de la Yugoslavia socialista durante la II Guerra Mundial no lo son menos.

Yugoslavia fue con mucho el país que en términos relativos pagó una cuota de sangre más alta en la II Guerra Mundial. De unos 20 millones de habitantes, perecieron 2, nada menos que el 10%, a lo que hay que unir los resultados de un territorio arrasado por los combates, así como unas barbaridades y salvajadas que, teñidas de etnicismo, actuarían posteriormente como leña para avivar un fuego encendido por criminales intereses políticos y económicos (sí, leña para avivar el fuego, y no fuego inicial, como tanto han pregonado los medios con sus periodísticos "odios históricos").

Yugoslavia fue la cuna de la más pura resistencia antifascista de toda Europa, la que realmente se habría merecido una mitificación cinematográfica al estilo francés. De hecho, Yugoslavia (junto con Albania) fue el único país que se liberó a sí mismo. El ejército rojo sólo apoyó en la fase final a las fuerzas partisanas en la liberación de Belgrado y el este de Serbia. No deja de ser cierto que los partisanos recibieron suministros de los aliados (británicos y estadounidenses), pero eso sólo se produjo en los dos últimos años de la contienda, una vez que la derrota del fascismo en Italia hizo posible utilizar los puertos adriáticos de la bota para ese fin. Del 41 al 44 los partisanos combatieron solos, con su valor y los fusiles que capturaban al enemigo (como dice la narración de la película). De hecho, al parecer, hasta casi al final no dispusieron de uniformes propios y, más allá de la colocación de la estrella roja (muchas veces ni eso), sus uniformes lo constituían las ropas que quitaban al enemigo.

Fue en esta lucha donde se forjó verdaderamente Yugoslavia bajo la fe que el carismático Tito supo imbuir en sus tropas, filas éstas compuestas por soldados de (en mayor o menor medida) todas las nacionalidades del país; y también como resultado de la reacción "lógica" de defensa ante las intenciones ostensibles de Hitler de destruir el estado yugoslavo como tal, y no sólo de conquistarlo.
La película en sí no es mala, pero está descompensada y además tiene algunos detalles del guión que aunque no constituyen propaganda (no falsean) sí que están de más.
La línea argumental principal está bien llevada y consiste en el relato de la materialización de las operaciones nazis Weiss I, II y III en los primeros meses de 1943 con las que se pretendía acabar de manera total con la resistencia partisana y al mismo tiempo curarse en salud ante la posibilidad de que los aliados intentaran un desembarco en los Balcanes (como Churchill sugirió repetida e infructuosamente; la solución por la que se apostó fue el asalto aliado a a Italia a través de Sicilia y el dejar el peso principal de la lucha en el continente al ejército rojo).

Acorralados en Bihac (Bosnia noroccidental) por una gran ofensiva nazi y, en vista de la inferioridad de su potencial en una lucha en campo abierto, los partisanos resuelven escapar hacia las montañas de Herzegovina y Montenegro para esconderse y hacerse fuertes allí. Para llegar a esas áreas montañosas tienen que cruzar las bravas aguas del río Neretva, no existiendo otra posibilidad que hacerlo por el estratégico puente de hierro de Jablánica.

Frente a esta ejecución correcta de la línea principal del argumento, donde más cae la película es en el resultado del esfuerzo (sin duda explicable por el hecho de que sea una coproducción destinada a ser exhibida también en el extranjero y no sólo ante un público nacional familiarizado con los hechos) en intentar contextualizar este episodio concreto de las operaciones Weiss en el marco de la II Guerra Mundial, así como de identificar (incluso mediante títulos explicativos) a la multitud de fuerzas presentes en el campo de batalla: los nazis, el ejército italiano, los chétniks serbios de Mihailovich, los ustachas croatas... Un esfuerzo explicativo que, además es requerido por la propia estructura de la película, que sin perder de vista la línea principal, procura presentar la historia desde los diferentes puntos de vista (nazis, partisanos, italianos, chétniks). Y es este necesario trabajo el que no termina de funcionar, no sé si por pasarse o por quedarse corto, pero dando un aspecto algo deslabazado al filme y ocasionando dificultad para un lego en la materia a la hora de comprender toda la situación descrita.

Las interpretaciones tienen altibajos y no guardan equilibrio. Tanto los actores yugoslavos como las grandes estrellas internacionales del filme (como Yul Brynner y Orson Welles) convencen en algunos momentos, pero parece que sobreactúan (aunque aun así de manera no estridente) en otras. Algo que quizá tiene que ver con la concepción de los papeles que interpretan como representantes de "tipos humanos" de la historia, y no de auténticos protagonistas. De hecho, podría afirmarse que los protagonistas en esta película son realmente colectivos (además, así parece entenderse con el desenlace final).
En cualquier caso hay momentos dramáticos de interés como cuando Níkola (Oleg Vidov) enferma de tifus en Prózor.

Quizá lo mejor de la película sean los efectos especiales de las escenas propiamente bélicas, como las que muestran el asalto a Prózor y las del puente de Jablánica. Son secuencias de buen montaje, aunque no menos típico, donde se ve un importante trabajo de extras (sobre todo en las tomas en campo abierto).

Las imágenes aéreas se utilizan con profusión y, en su mayoría, están bien ideadas (como la del bombardeo de la población bosnia que se ofrece al principio con los minaretes de las mezquitas desafiando a la aviación alemana).
Lo que más me sorprendió de la película, y ya desde el principio, es la banda sonora, interpretada, según se informa en los créditos, por la Orquesta Filarmónica de Londres. Impresionante, buenísima, muy bélica y muy bien hecha.

Antes he referido que no me parece que sea una película propagandística (a pesar de haber sido producida en 1969 en un país que por muy liberal que fuera el sistema sociopolítico yugoslavo no dejaba de ser una dictadura -aunque no criminal- personal de Tito).

En ella no hay falseamiento de la realidad (según lo que he podido conocer de la historia bélica de la II Guerra Mundial en Yugoslavia, la película es muy fiel a los hechos), es más, hay una decidida y valiente postura del filme por presentar y proporcionar tratamiento fílmico a los puntos de vista ajenos al partisano (que desde luego es en el que la película se centra y, pero sólo hasta cierto punto, el que es presentado como el "bueno") como el alemán o el italiano (algo relacionable sin duda también por el carácter de coproducción italoalemana del filme). Así, por ejemplo, los nazis aparecen como soldados profesionales, inteligentes y capaces; y no como meros invasores criminales.
Las referencias a Tito que el filme tiene, sin duda, son positivas, pero si la película quería ser fiel a la realidad, tenían que serlas (a pesar de que varios historiadores hayan puesto en duda el genio militar de Tito en operaciones como la describe la película respecto al puente de Jablánica y hayan preferido hablar mucho más de la fortuna y la suerte del mariscal). El carisma de Tito fue el que hizo a los partisanos sobreponerse de los múltiples golpes durante la guerra.
Sin embargo, y a pesar de no considerarla propagandística, si que existen retales del guión de loa a la lucha partisana que están de mas, bien por no convencer al ser puestos en boca de determinados personajes, bien por ser redundantes.
Y junto a ello, es ostensible que sí puede hallarse una visión algo más sesgada en el retrato de los otros contendientes presentes en la película. Así, mientras se presenta como aceptables enemigos y contrincantes a alemanes e italianos; no se hace lo mismo con las facciones yugoslavas que apoyaban a los ejércitos del Eje. Los ustachas croatas son presentados únicamente como una cuadrilla de asesinos y, aunque con un poco más de tratamiento, algo parecido se hace con los chétniks serbios. Es éste un hecho que aun cuanto no falsee la realidad, ya que la crueldad de unos y otros está atestiguada, no deja de contrastar con el intento de objetividad que está presente en el tratamiento de los demás puntos de vista de la película y que por ello hace pensar en una intencionalidad, que indudablemente estaría destinada en primerísimo lugar al público yugoslavo, siempre varios pueblos dentro de uno (y eso que habían pasado 25 años de los hechos).

Pese a todo, la película me ha gustado y, aunque el guión no sea especialmente destacable, si que proporciona algún que otro detalle de interés, así como reflejar elementos de la realidad histórica.

Respecto a esto último, hay que señalar la presencia en la película de alusiones al desprecio alemán por la mediocridad y poca eficiencia de sus aliados italianos (todo un tigre de papel durante el siglo XX desde la derrota de Caporetto hasta su fallida ofensiva sobre Grecia en la II Guerra Mundial, por no hablar de Adowa); las desavenencias entre el líder chétnik y el representante del gobierno yugoslavo monárquico en el exilio (interpretado por Orson Welles), pasando por la presencia de partisanos italianos (fenómeno que a mi admirado P3 le tocaría trágicamente de cerca) en las filas de Tito.
Así mismo, es de destacar la escena en la que un oficial partisano censura a un soldado que ha disparado a un enemigo desarmado. Una alusión ésta al tema del crímen de guerra no casual (aunque quizá de difícil valoración) ya que (y aunque es difícil encontrar información objetiva sobre el tema) ahí están los sucesos de Bleiburgo en los que con la guerra recién acabada el ejército partisano llevó a cabo una serie de masacres contra el grupo de soldados ustachas y domobranis (incluso, al parecer, algunos chétniks), además de sus familias y otros civiles, que se había rendido a las tropas británicas y que fueron entregados a los partisanos por estos últimos. Unos crímenes (repetidos posteriormente en Máribor y otros lugares contra ustachas, domobranis, domobranchis...) que después, y convenientemente aireados y presentados por las televisiones nacionales, actuarían como un par de bidones de gasolina más en el estallido yugoslavo de los 90.

Como momentos reseñables cabe resaltar el bombardeo del hospital en Prózor en medio de los cánticos de los enfermos; la escena en la que el crío escupe a Yul Brinner en Jablánica y el de la discusión del estado mayor partisano sobre qué hacer ante el cerco del que son objeto en Bihac y en la que se plantea la dificultad de llegar al Neretva sin abandonar a los numerosos enfermos de la epidemia de tifus que se ha desatado en sus filas y que termina condicionando toda la estrategia partisana:

- ¿Por qué no les pedimos que elijan ellos?: ¿su vida o la liberación?
- La liberación, eso contestarán, y precisamente por ello los llevaremos con nosotros. Con riesgo o sin riesgo, con peligro o sin peligro.


En definitiva, una película que entre alguna loa redundante a la, desde luego, heróica lucha partisana y la descompensación de tratamiento referido anteriormente, se queda a medio camino entre un pretendido filme de alcance épico que apenas logra y un conseguido y notable (además de fiel a los hechos) relato bélico que se apoya en buenos efectos especiales y en una genial banda sonora. De hecho, quizá pueda considerarse que la película fue lastrada en su potencialidad por la idea preconcebida de querer narrar una epopeya de todas todas, y no por el deseo de conseguir esto como resultado final a través de la realización de un buen filme.

13 de febrero de 2006

¿Di-Simular?

La disimulación y la simulación son dos versiones del engaño. A pesar de que en nuestros días muchas veces aparecen unidas e identificadas como una única actividad, ambas poseen una potencialidad y una composición notoriamente diferentes.
Así, el disimulo podría considerarse como un engaño menor, ya que no falsea de manera directa la realidad, sino que se limita a ocultar una parte de ella. Por contra, la simulación tiene un punto de perversidad y además es más costosa, puesto que requiere de un trabajo de construcción de una imagen o de un artificio falso para que actúe como sucedáneo de lo verdadero, de la realidad.
En cualquier caso, ambas formas de engaño están ontológicamente ligadas con el concepto de mentira, y ésta, según el patrón micropsicológico que aprendí de Carmén González (una de las mejores profesoras que tuve en Humanidades, aunque curiosamente no de las que más recuerdo), depende del equilibrio de cuatro elementos:

Lo que yo sé.
Lo que los otros saben
Lo que yo creo que los otros saben.
Lo que los otros creen que yo sé.

En tal sentido, los diferentes tipos de mentira responden en último extremo a las fórmulas situacionales que presenten esos cuatro factores.
De todas maneras, tanto en un trabajo de simulación como en uno de disimulación (al igual que en otros tipos de mentira) el elemento estructural principal es la diferencia en la consciencia acerca de la falsedad de la mentira en cuestión que tienen los diferentes individuos implicados: el que simula o disimula la tiene, sabe que es mentira; los demás no, creen que es verdad.
Y, sin duda, esa consciencia del di-simulador tiene que ver con el carácter instrumental de la mentira, hecho éste que constituye el otro elemento principal de la misma. Se miente para algo, ya que la mentira (aunque de hecho sea hasta más corriente en nuestros días que la verdad, ahí está ese impresentable de Bliar como mascarón de proa) no es natural, surge y se construye de manera artificial como medio para alcanzar algo. Así, el ejército nazi tenía un fin cuando empezó a emitir órdenes en polaco por la radio para despistar al ejército local cuando invadió el país en 1939 y utilizó esa simulación como medio para lograrlo, de hecho de manera muy efectiva.
Es precisamente por ese mencionado carácter no natural de la mentira, que cuando se alteran los elementos referidos (consciencia e instrumentalidad) la mentira se convierte en un problema, a veces patológico, otras veces meramente funcional.
Así, una persona que miente sistemáticamente sin ningún tipo de fin (ni borroso ni nítido) seguramente es víctima de algún tipo de psicopatía. Otro individuo que lleve a cabo una simulación o disimulación llegando a confundir o a ignorar la diferencia entre los planos real e irreal (disimulado o simulado) puede ser un caso de desdoblamiento de la personalidad.

Más enjundioso puede resultar calibrar la posibilidad de que una persona lleve a cabo una operación de simulación en la que sea consciente (de manera imperfecta, pero consciente al fin y al cabo) de cuáles son los planos irreal y real, pero que sin embargo llegué a un punto de no poder controlar cuándo mantener uno y en qué momento otro.
Es una situación posible debido al hecho de que la mentira es algo bastante inestable, de gran potencialidad desbordante y, en consecuencia, algo bastante escurridizo. Tanto, que si una mentira funciona debidamente y/o se mantiene durante mucho tiempo es una verdad (y de hecho, si una mentira no logra hacerse verdad no puede ser verdaderamente una mentira).
Es por ello que el llevar mucho tiempo y haber dedicado mucho esfuerzo a una labor de disimulación o de simulación, puede ocasionar que los planos irreales tomen vida propia ya que han podido llegar a constituir "una" verdad competidora de la real (y hasta cierto punto preferible y más cómoda que ésta última). De esta manera, el plano falso/irreal puede seguir manteniéndose por inercia o por algún tipo de dinámica exógena. Siendo ya casi completamente independiente de los fines primigenios (aunque estos fueran borrosos y, hasta cierto punto, huecos) para los que fue desarrollado e ideado.
Para prevenir estos efectos desbordadores de la mentira, la finalidad intrínsecamente instrumental que cabe conferir a la misma debe ser concreta, alcanzable y con una vida reducida en el tiempo. Una di/simulación dispuesta para fines borrosos o no definidos y que, en consecuencia, se mantega durante un largo plazo de tiempo termina atrapando.
Contando con eso, y analizando una situación como la expuesta, cabe concluir que una mentira ya independizada de sus fines es difícil de enderezar, ha podido llegar a colonizar al plano real e incluso a eclipsarlo para siempre.

Solución: no parece fácil. Podría pensarse que lo que subyace a una situación así es algo parecido a lo que afirmó Sánchez Ferlosio respecto a que: cuando una flecha está en el arco, tiene que partir, es casi imposible una vuelta atrás.
En tal sentido, la vía de arreglo parece implicar nada menos que acostumbrarse a llevar el arco descargado, de esa manera el peligro de que las flechas del lado irreal se disparen sin control queda desactivado en gran parte. Pero no se debe cantar victoria con esta apreciación, cuando se está tan acostumbrado a caminar permanentemente con una flecha en la mano derecha (o en la cuerda misma), revertir ese hábito es una labor titánica. Los efectos de la pulsión (no hay palabra más adecuada) del viernes, aunque en este caso supusieran un fallo de agarre de mano y no un apoyo en falso total, así lo prueban.

7 de febrero de 2006

Wikipedia Hispana: un quiero y no puedo.

Aun en el desengaño total existen desengaños parciales.

Recuerdo perfectamente el día que conocí la Wikipedia. Fue una tarde, de esas de hace dos años en plenos exámenes de junio, brincando (hipertextualmente hablando) de un lado a otro sobre todo un poco en los ordenadores del CMRE. En concreto, me encontraba internauta perdido a caballo entre la búsqueda de la historia de la bandera de Saint Pierre et Miquelon y otras cosas menos confesables, cuando recalé en el artículo de banderas de la wikipedia. En ese momento aparecieron de improviso (total improviso) Julio e Inma y cuando les mostré el artículo de las banderas me contaron exáctamente en qué consistía Wikipedia. Me pareció una iniciativa muy atractiva, pero curiosamente no volví a interesarme por ella, ni a topármela.
Con el creciente éxito que ha ido alcanzando, actualmente es fácil que aparezca un artículo de la wikipedia en los primeros resultados de una interrogación sobre cualquier tema a un motor de búsqueda. De manera que hace un tiempo volví a encontrarme con ella y empecé a colaborar en temas de los que puedo saber un poquito.
Sin embargo, no tardé en tener un par de encontronazos con sujetos representantes de esa figura tan españolísima como es "el enterado".

Se podría decir que "los enterados" son listillos sin oficio ni beneficio, pero no sería ajustarse a la realidad. No, en este país de las oportunidades donde el más tonto (y la más tonta) está de ministro (como bien decía un recordado y querido profesor mío de COU), los enterados suelen ser listillos, sí; pero por desgracia la mayoría de ellos tienen oficio y casi todos tienen muchos beneficios.
Lo que distingue a estas personas es que se suelen creer en posesión de la verdad universal (atesorada en unos cuantos conocimientos más o menos ciertos sobre un tema determinado) y además hacen acompañar esta característica de un ego necio (de chulería estridente) tendente a no considerar como posible el hecho de que puedan estar equivocados en algo y que alguien pueda rebatirles lo más mínimo. Pero hay algo más, un "enterado" siente la necesidad de hacer partícipe a los demás de que él está en lo cierto (una actitud ésta que sería admisible -de hecho, hasta cierto punto la comparto, cuando alguien cree estar en lo cierto siente la necesidad de comunicarlo-, sino fuera por las dos características anteriores con las que éstas personas pervierten la posible bondad de esta tercera).
De manera que (y sin duda como efecto de la mezcla de nihilismo existencial, profundo desprecio por la especie humana, así como de cobardía social -por momentos fobia- que sustituyó hace tiempo a la sangre en mis venas) los choques con estos individuos derivaron en una guerra de ediciones sobre los contenidos en disputa en algunos artículos de la wikipedia. En estos conflictos evidentemente podría haber actuado de otra manera, pero es que a no ser que sea sin motivo o sin que nada me lo exija he llegado a un punto en que me molesta incluso gastar saliva cuando eso es notoriamente algo infructuoso. En cualquier caso, estábamos en medio de la batalla, cuando un mal día la guerra acabó, intervino un "bibliotecario" (así se presentaron).

A nadie se les escapa que por muy abierto al público (y precisamente por eso) que se pretenda un proyecto, es indispensable la presencia de algún tipo de regulación o gestión de la actividad de de sus colaboradores; pero también, y justamente por ese afán ambicioso de la wikipedia, es de exigir un particular cuidado, profesionalidad y objetividad en el diseño y ejecución de los instrumentos de regulación. Así, esta labor regulatoria en la wikipedia viene dada y está ejercida por los "bibliotecarios" (así se autodenominan) que son los individuos que tienen poder para suprimir contenidos y artículos, así como bloquear a usuarios. Es a ellos, por tanto, a los que tendría que suponérseles un alto exigente moral en su nombramiento como tales y, sobre todo, en el ejercicio de su labor.

El par de "bibliotecarios" (así se siguen autodenominando) con los que topé, sin embargo, no cuadraban con esas deseables exigencias presupuestas. Por contra, resultaron ser gente de actitud especialmente chulesca y de cultura bastante deficiente. Claro que se podría argumentar que estos no tienen porqué ser representativos del grupo, que en botica hay de todo; ya, pero antes de admitir esa idea hay que tener presente otra. Los "bibliotecarios"(así se atreven a seguir autodenominándose) configuran más o menos un grupo cerrado, ya que para ser admitido como tal y recibir el espaldarazo, los "bibliotecarios"(ellos) en activo tienen que elegirte en votaciones de sufragio destacada y marcadamente censitario. Es mas o menos como en el capítulo de Los Simpson de la secta de los canteros en la cual sólo se puede ingresar por salvarle la vida a un miembro o por ser hijo de miembro (y por eso al final Homer acaba entrando, porque el abuelo Simpson formaba parte de ellos). De manera que, si no respondes a una serie de características (las que te hagan elegible a sus ojos, las que te hagan parecerte a ellos; más allá de los requerimientos lógicos y correctos a nivel de colaboraciones) nunca serás admitido en "la clase". Es perfectamente ostensible hasta qué punto esta cuadrilla se considera un grupo aparte cuando lees las conversaciones que mantienen en "el café de la wikipedia" (una especie de foro de discusión) donde para colmo a veces se dan cita la política más barata.

Aunque sea triste reconocerlo, la verdad es que la palabra "bibliotecario" con la que se definen no les va en absoluto mal. Hasta hace un par de años, esa palabra tenía para mí connotaciones positivas, fundamentalmente porque la media docena de personas que conocía y que se dedicaban a ese área eran personas inteligentes. Más tarde la palabra bibliotecario pasó a teñirse de una semántica negativa tras efectuar mis pequeñas andanzas por los campos de la biblioteconomía y la documentación. Pude comprobar entonces como, y a pesar de honrosas excepciones, son éstas dos disciplinas infestadas de profesores e individuos cegados por el autobombo complaciente, el convencimiento de que son lo más valioso de la sociedad y de que la biblioteconomía es lo más importante desde que el Homo Erectus descubriera el fuego. Además, y colmando el vaso, un buen número de ellos son depositarios de unos conocimientos culturales reducidos y en algunos casos nulos. A esta decepción al conocer por dentro algo del "mundillo" de estas disciplinas también hay que unir (claro que ya sólo como simple anécdota) alguna que otra experiencia personal negativa como usuario (v. gr. el tropiezo con dos bibliotecarias -de las que cobran- de nulidad insultante en la Biblioteca Nacional y que son la antítesis de esa amable y eficiente persona que labora en el Servicio de Documentación Bibliotecaria de la misma institución). Contando con eso, los "bibliotecarios" de la wikipedia tienen, por desgracia, a quién parecerse y a quién deber su nombre.

Recuerdo cuando, en vísperas del examen de Análisis de Contenido, Vanesa (una bibliotecaria y documentalista de verdad) decía, siguiendo la argumentación de Lluís Codina, que el tema de la web semántica era una entelequia, porque para conseguirla todo creador de contenidos para la web debería dedicarse a efectuar él mismo la labor descriptoria, y para ello tendría que tener unas mínimas nociones para asegurar la calidad de la descripción semántica de los documentos que sube a la red y, sobre todo, un compromiso con la objetividad acerca de esa misma descripción, y eso desde luego era virtualmente imposible (como comprobé aterrado poco después con el tema del "posicionamiento" -véase falseamiento- web). No puedo estar más de acuerdo con esa opinión. Y es precisamente esta argumentación acerca de la web semántica la que, en un orden diferente, me ha llevado a racionalizar el valor que cabe conferir a la wikipedia como fuente de información.

Sin duda, la wikipedia puede ser un recurso apropiado para la identificación inmediata de un elemento, dato o nombre propio o concreto -en particular por la ventaja que supone su permanente actualización-; pero debe tenerse mucho más cuidado con la aceptación de contenidos de carácter global presentes en ella. El hecho de que la calidad de éstos dependa de las personas que trabajan en los artículos donde se integran (así como de su mejor o peor relación con los "bibliotecarios", por lo visto así van a seguir autodenominándose) hace que sea necesario tomar cada información procedente de ella con extrema prudencia. Claro que se podría decir que la misma cautela habría que aplicar a todo contenido de un sitio web, pero creo que no. En el caso de la wikipedia debe ser mayor el cuidado que en otros contenidos de la red, ya que estos últimos al responder normalmente a una única mano (que a menudo es la responsable del sitio en donde se encuentran dispuestos) pueden juzgarse de manera más fácil y rápida (incluso por la apariencia de la arquitectura web, la filiación del autor, etc.) que en el caso de la wikipedia. En ésta, una información de calidad de un artículo tiene muchas más probabilidades de hallarse junto a otro artículo de calidad netamente inferior por el hecho de su múltiple autoría y libre acceso a su redacción.

Así, que tras la decepción que supuso estos dos encontronazos con, por un lado, "enterados" que van de Einstein por la vida y, por otro, con "bibliotecarios" guays metidos a palmeros suyos y que, además, no hacen sino realzar los temores de Juvenal acerca de quién vigilará a los vigilantes (claro que para esto siempre le quedaría a la wikipedia el poner en marcha una figura de "megabibliotecario" -así se podrían autodenominar- con funciones de policía de asuntos internos, como en las películas, y que llevaran en el lomo el Quis custodiet ipsos custodes para que todo el mundo pudiera distinguirlos y hacerles la reverencia por la calle), tras ellos, digo, determiné la finalización definitiva (aunque me queme que al final eso signifique dejar el camino libre a la introducción de algunos disparates e idioteces en ciertos artículos, y eso que yo no soy ningún cicerón) de mi colaboración con la wikipedia y la conceptualización sumamente prudente de la misma como una fuente de información de calidad.

Pese a todo, aún hay que decir un poquito más, y es que lo que más molesta de esto se refiere al hecho de que (y aún sin saber exáctamente la magnitud de líos como estos con los "bibliotecarios" en otras versiones lingüísticas) creo que este fenómeno no es tan común en otras wikipedias. Para muestra decir que es bastante vergonzoso comprobar como los artículos de la wikipedia anglosajona y francesa tienen, en muchos casos, información más fiable en artículos sobre temática española que sus correspondientes de la hispana, algo que o bien indica un menor ratio de "enterados"/1000 habitantes en esas comunidades lingüísticas o una gestión "bibliotecaria" mucho más honrada, objetiva y eficaz de esas versiones con respecto a la hispana.
Indudablemente, este fenómeno no es aislado ni se explica sin la larga lista de muestras de lo que se suele denominar "nivel cultural de las clases medias" en este país y que no pasa principalmente por haber tenido buenos profesores, no haber sufrido la LOGSE o tener una licenciatura; sino por algo tan sencillo como el reconocimiento humilde de que nadie tiene comunicación directa con la verdad y que ante una ignorancia de algo, lo inteligente y lo ético es preguntar o, como mucho, callar.

Sin embargo, todo son meros flechazos al aire; ¿para qué se va a cambiar esto?; unos ganan con ello, otros ganan más; mientras que el resto o manosean las ganancias ajenas o esperan su oportunidad (el manual de lo "correcto" presenta a la vida llena de ellas, ¡qué felicidad!) para meter mano o simplemente les ríen las gracias.
En fin, una única garganta...

3 de febrero de 2006

La Mirada de Ulises

Llevo ya una larga temporada viendo películas que son contadas con el recurso al emigrante (casi siempre un artista o un profesional liberal que ha alcanzado el éxito -el éxito correcto, se entiende- en el ámbito anglosajón) y que regresa física o metafísicamente a su lugar de origen. En ellas se suelen tratar temas como: la memoria histórica, la identidad, el testimonio, el desarraigo...
Aunque ha sido habitualmente un instrumento de narración fílmica de mi interés (igual que las temáticas), el que se haya repetido tanto me ha terminado por cansar. Las dos últimas películas que he visto con este patrón lo han evidenciado. Una -la última- me ha decepcionado casi por completo (en parte por el propio patrón visto, en parte porque venía detrás de la penúltima, y también porque creo que realmente no era buena) y la otra (la penúltima) me deslumbró, la finalicé con con unos segundos sin parpadear mientras aparecían los créditos y la convicción de que era un películón.

Este peliculón es una producción griega (coproducción con FRA e ITA) del director Theo Angelopoulos: La Mirada de Ulises (To Vlemma tou Odyssea, 1995).
Es una película que, aunque no sabía muy bien de qué trataba, he tenido siempre en mente durante estos últimos seis años porque fue la primera película, libro, etc. que me citaron en la universidad. De hecho, lo hicieron el primer día y en la primera clase, con la primera profesora a la que conocí allí. Recuerdo perfectamente aquella primera clase de Semiótica General y Aplicada, así como a la profesora (Dña. Coronada) que nos la citó (posteriormente lo volverían a hacer otros: Jorge Urrutia, Antonio Morales, Montse Huguet...).
Aunque sólo a un nivel prosaico, moralmente cutre y hasta cierto punto ilegal, la obtención de una versión inteligible de esta película por mí, también ha constituido una particular odisea. Está rodada en varios idiomas: inglés, griego, serbocroata, búlgaro..., y encontrar una versión subtitulada de todos ellos ha costado.

La película en sí narra la vuelta a Europa de un director de cine griego que ha alcanzado el éxito en Estados Unidos. Vuelve para, siguiendo un encargo de la Filmoteca Nacional de Atenas (proyecto éste aceptado -por lo que se entiende en la conversación en el tren- en un momento de crisis vital y de creatividad), rodar un documental acerca de los pioneros del cine en los Balcanes, los hermanos Manakis.
En Salónica, en el transcurso de esa empresa del documental, alcanza conocimiento de que los Manakis rodaron algunas imágenes anteriores a las que son oficialmente tenidas por las primeras del cine en los Balcanes (Las Hilanderas de Avdella). Existieron, y tal vez todavía existen, tres bobinas conteniendo esas imágenes. Tres rollos de película filmada, pero no revelada en su momento.
El filme es el relato de la odisea en busca de esas películas, pero también lo es de una odisea particular de este director protagonista que, tras haber vencido en Troya (Estados Unidos) emprende el camino de vuelta de Ítaca (los Balcanes).

Además de como valor histórico, cultural o etnográfico, la importancia que el protagonista de la película concede a las tres bobinas es el instrumento inicial por el que la película entra en el terreno de lo existencial y lo trascendente. Ésta estriba en el hecho de que esas bobinas pueden contener la primera mirada a los pueblos balcánicos.
A este respecto, se puede decir que, más allá del potencial descriptivo de la escritura, fue la fotografía y principalmente el cine el que nos permitió y nos permite mirar a otros ámbitos, a otros pueblos. Conocer y conocernos.
Sin embargo, con la mercantilización de hoy en día, las miradas que constituye el cine pocas veces reflejan la realidad, sino que por el contrario ésta está falseada por sesgos nacionalistas, empresariales, ideológicos, etc. (como de hecho la conversión de las cámaras de televisión en instrumentos de propaganda de las guerras de nuestro tiempo prueba). Las miradas de las imágenes en movimiento ya no son inocentes, tienen una intencionalidad y están condicionadas por muchos elementos (algunos fortalecidos paso a paso durante el siglo XX). Se podría decir incluso que ya pocas veces reflejan la realidad, sino que imponen una que interesa a determinadas personas.
Esas tres bobinas de película inédita de los Manakis, por tanto, al ser las primeras pueden contener una mirada no sesgada, una mirada inocente, limpia, pura, que quizá retrató la verdad de los Balcanes. Es posible que conserven una mirada de la esencia de un pueblo de pueblos hoy (singularmente en los primeros 90 con la dinamitación de Yugoslavia) degenerada en barbarie o simplemente tornada en oscuridad, en esterilidad, en el ¿fin?
En tal sentido, y en su calidad de mirada primigenia, puede tratarse también de una mirada salvadora, ya que constituye el destino de una posibilidad de escape (la ceniza, o el resto sobre el que resurgir), incluso de volver hacia atrás en la sucesión de razas y edades que consignaba Hesíodo para la historia de la humanidad. La vía para volver a casa, volver al principio: amaia asiera da.

La búsqueda, la odisea, lleva al protagonista (del que nunca se dice su nombre, de hecho es innecesario, ya que esta odisea es una historia de protagonistas colectivos -de la humanidad sin ir más lejos- y no de individuales) de Salónica a Florina, la ciudad en la que se crió.
Es allí y por sus propias palabras cuando entendemos el objeto de la búsqueda y será entonces cuando comience el verdadero viaje de vuelta del director, del Ulises de esta historia. Un viaje éste que, ante todo, es personal, pero que ha necesitado del pretexto (así lo denomina él en la propia conversación en las calles sombrías de Florina) del encargo de la filmoteca acerca del documental y del definitivo acicate de la búsqueda de las tres bobinas perdidas para materializarse.
El viaje no ha terminado, todavía no (el viaje de hecho comienza cuando llega al que era su principio, la ciudad en la que creció) dice el protagonista cuando se ¿re?encuentra con su Penélope (un amor pasado que, real o ficticiamente, cree ver en una joven que camina por las calles de Florina). Penélope es el símbolo de la vuelta a casa y del final del viaje de Ulises, y es por ello que en esta película ella estará presente durante todo el periplo balcánico. Así, el protagonista querrá a varias mujeres durante el filme, varias penélopes, pero que son en realidad una, la única: de hecho, todas ellas están interpretadas por la misma actriz (Maia Morgenstern).

En el viaje se intercalará la narración de la vida de los Manakis con la del protagonista y con la de las propias bobinas. Pero no es sólo eso, las tres líneas se confunden deliberadamente, hasta cierto punto son cabos de una misma historia, de la Historia.
Así, cuando el tren en el que viaja llega a la frontera búlgara se recrea una parte de la vida de los Manakis que nos lleva a afinar un poco más el rumbo de la búsqueda de las películas. Luego, camino de Sarajevo, el protagonista vuelve a transmutarse en uno de los hermanos cineastas intentando escapar de su destierro en Filipópolis (Plovdiv, que dice el soldado búlgaro) y allí conoce a una campesina a la vez búlgara y bosnia.
En la estación de Bucarest, en cambio, y ante la argumentación de su campañera de viaje de que la historia de las bobinas no lleva a Rumanía, que el objeto del viaje no se encuentra allí, que se están desviando del camino, el protagonista fulmina: mis pasos me han traído aquí.
Acto seguido sigue los de un personaje conocido que le llevan a Constanza (en la Dobrudja) donde con un dominio perfecto de la potencia cinematográfica en una escena memorable conocemos la historia de la familia del protagonista a través de la recreación de la nochevieja de un 1945 de duración lustral.

Hilvanan comienzo y final de la película un buen número de escenas geniales; desde el viaje en barco por el Danubio hasta Belgrado junto a la gigantesca estatua de Lenin desmontada, hasta la escena en el neblinoso Sarajevo que es de una maestría cinematográfica total.

Toda la película posee una cadencia de filmación de destacada y especial lentitud. Son planos largos (el de la mujer en la plaza de Korçe, el de las calles de Florina, las vistas de la orilla danubiana...) que se mueven, acercan y alejan la narración de una manera muy parsimoniosa, pero paradójicamente no hacen a la película lenta (desde luego son más de dos horas y media, pero a mí no se me ha hecho en absoluto larga). Desde luego en esta historia, en la Historia, no cabe la prisa.
El montaje participa también de esta característica con un especial gusto por el plano secuencia y las transiciones no violentas. Un estilo muy alejado del ritmo frenético y del bombardeo de imágenes al que estamos sometidos de manera cotidiana.
La banda sonora es desde luego bastante apropiada y las interpretaciones de los actores refuerzan con solemnidad la trascendencia pretendida y conseguida para la película. En concreto Harvey Keitel en el papel del cineasta protagonista está espectacular.
Acerca del guión, decir que destaca principalmente por su carácter poético, en ocasiones de un lirismo impresionante (como en el monólogo del protagonista en casa de archivero de Sarajevo).

Es preciso resaltar que, a pesar de la pretendida temática atemporal de la película, son varios los hechos en la misma que la contextualizan en los 90.

De hecho, al principio del filme se cuenta como en Florina y coincidiendo con la vuelta del director protagonista a la ciudad, se va a proyectar una película suya. Este hecho ha encendido los ánimos de la población hasta el punto de tener que ser proyectada en la calle en medio de la lluvia al haber sido vetada en el cine local, mientras desde otros sectores de la ciudad se llevan a cabo concentraciones de protesta por su proyección.
No se llega a mostrar la causa de la animadversión que suscita en una parte de la población la película del director, pero sólo la existencia de ella lleva a recordar que en los 90 (tiempo de una más de las olas de convulsión en la historia general de esta zona del mundo) el nacionalismo, la racionalidad al servicio de la irracionalidad y los politiqueos baratos que los medios focalizaban en la destrucción de Vúkovar, Dubróvnik, Móstar, Sarajevo, Belgrado... se extendián por toda la región y no sólo por la extinta Yugoslavia). De hecho, a nivel político-cultural el fenómeno del turbofolk serbio no era ajeno a Grecia o incluso a Bulgaria. Los nacionalismos desatados recorrieron la política y la sociedad de la europeizada Grecia igual que lo hicieron por Zágreb.
Hasta cierto punto, puede considerarse herencia del clima de esa época (y sin renegar de otro tipo de argumentos y elementos ciertos presentes en la cuestión) el azaroso primer tramo de la odisea que narra la película. Así, de Florina (Macedonia griega) el protagonista debe ir a Monastir/Bitola (República de Macedonia, la antigua Macedonia yugoslava hoy independiente). Pero no hay comunicación entre ambos países debido al embargo griego sobre Macedonia decretado a cuenta de la discusión por el nombre y la bandera del nuevo país -controversia de parecida, aunque no igual, insulsidad a la creada por la indignación de algunos griegos por la figura de un Alejandro Magno medio homosexual en la superproducción de Hollywood de hace poco-. De manera que, como la frontera grecomacedonia está cerrada, el protagonista debe dar un rodeo, pasar a Korçe/Korytsá (Albania) y de allí ascender por las montañas hasta Monastir. Esas montañas son referidas por el taxista griego como la frontera entre Skopje y Albania. Expresión que evidencia también el clima sociopolítico griego tendente a no reconocer más macedonia que su propia región norteña, designando a la antigua república yugoslava de ese nombre con el despectivo calificativo de "Skopje", que simplemente es el nombre de la capital y no del país. De hecho, "Antigua República Yugoslava de Macedonia" y no "República de Macedonia" a secas es precisamene el nombre con el que fue reconocido el país por la ONU para contener en parte las suspicacias griegas.
En este primer tramo del viaje, Harvey Keitel acompaña a una anciana griega que lleva separada de su hermana casi medio siglo, porque ésta vivía en Korçe/Koritsá cuando estalló la guerra civil griega entre comunistas y monárquicos, y se produjo la versión local del telón de acero que hizo que se cerrara la frontera. La escena de la indefensa anciana dejada en medio de la siniestra población albanesa con la cámara alejándose suavemente, desde luego sobrecoge.
Ello lleva a recordar también el tema de las minorías en la región: la griega del sur de Albania, la albanesa del norte de Grecia, la serbia de Croacia, la albanesa de Montenegro, etc.; y quizá también la de griegos en Dobrudja que muestra la película y que hasta ahora no conocía. Cuestión ésta de las minorías exponente vivo de una herencia sangrante de fronteras nacionales cambiantes a lo largo del tiempo, así como de la práctica favorita de los imperialismos: el divide y vencerás, que los turcos otomanos prácticaron de manera destacada en la zona introduciendo colonias de poblaciones ajenas (albaneses, circasianos...) a un área para disminuir la fuerza de los pueblos autóctonos de ella.
Gastado, pero no menos acertado, es también el tema de fondo que subyace a la expresión del responsable de los Archivos Fílmicos de Belgrado cuando afirma que se encuentran haciendo inventario de las películas de cuando Yugoslavia era Yugoslavia. Alusión contemporánea a la existencia de la llamada "tercera Yugoslavia" (la República Federal de Yugoslavia) que pese a conservar el nombre no representaba ya casi nada del proyecto paneslavo original con el que fue concebido ese país y, de hecho, ya sólo estaba integrada por Serbia y Montenegro.

Mencionar también retazos más "fáciles" del guión y la película: como la discusión en la cafetería de Belgrado sobre quiénes llegaron antes a los Balcanes si los serbios o los albaneses (momento éste que, aunque no en las formas, recuerda a la de sobre quién empezó la guerra que llevan a cabo los protagonistas del filme Tierra de Nadie), la figura del periodista del 68 refugiado en la ironía por las calles de la capital serbia, la imagen acerca de la falsedad del periodismo en la era de comunicación de masas a propósito de la conversación sobre los corresponsales de guerra...

A pesar de que el tratamiento es bastante diferente, esta película me ha encantado también por que creo intuir en ella el mismo discurso que veo en Underground (Emir Kusturica, 1995) y que me lleva obsesionando una temporada. Se podría decir que las dos, junto con la película macedonia Antes de la Lluvia (Milcho Manchevski, 1994), forman una trilogía quizá no buscada sobre la región. La Mirada de Ulises sería una visión general desde fuera acerca de los Balcanes, Underground la visión nacional desde dentro, mientras que Antes de la Lluvia sería la visión local, el microcosmos humano balcánico. Constituyen algo así, como un plano general, un primer plano y un plano detalle.

Total, brillante película apoyada en un lirismo cinematográfico excelente y en un broche perfecto que, desde luego, no podía tener otro escenario que Sarajevo. Es un genial repaso al mito de Ulises y la Odisea transportado a nuestro tiempo y, hasta cierto punto, convirtiendo en universal el descubrimiento de los logros y límites que presenta el anhelo del volver a los orígenes, de llegar al puerto del que se salió, de volver a Ítaca, de reencontrase con Penélope (claro que, en la película ni siquiera aparece Telémaco, y eso da mucho que pensar).
En definitiva, una historia sobre la Historia, sobre el intento de recuperar la inocencia perdida, de buscar lo mejor, de intentar reconstruir, de intentar.......resurgir.

Cuando regrese, lo haré con las ropas de otro, con el nombre de otro hombre. Nadie me esperará. Si me dijeras que no soy yo te daría pruebas y me creerías. Te hablaría del limonero de tu jardín, de la ventana por donde entra la luz de la luna y de las señales en mi cuerpo, de las señales de amor. Y cuando entre abrazos subamos temblorosos a la habitación, entre susurros de amor, te contaré mi viaje, durante toda la noche. Y durante todas las demás noches, entre abrazos, entre susurros de amor, te contaré la aventura del hombre, la historia sin fin.